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VIOLENCIA MACHISTA

“Todo esto lo tiene que sufrir una mujer que ha vivido ya suficientes cosas malas”

María Dolores de la Rosa tiene que vivir con el miedo de encontrarse por la calle e incluso en el trabajo a su maltratador, al que le han condenado ya dos veces por violencia machista

Fotografía del Ayuntamiento de Cabra

Fotografía del Ayuntamiento de Cabra

Madrid

En casos de maltrato, una orden de alejamiento muchas veces no es suficiente para garantizar la seguridad y la tranquilidad de las víctimas. Es el caso de María Dolores de la Rosa, trabajadora de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Cabra, en Córdoba, que comparte espacio de trabajo con su maltratador al que han condenado hasta dos veces por violencia machista.

María Dolores de la Rosa: “Todo esto lo tiene que sufrir una mujer que ha vivido ya suficientes cosa

16:09

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"Mi ánimo ya está regular", comenta después de todo el calvario por lo que ha pasado, "estaba más fuerte al principio, pero llevo casi seis meses en casa". Denunció por primera vez en 2012 después de muchos trámites y "de faltar al trabajo cada dos por tres por tener que ir al juzgado". Consiguió una orden de alejamiento, para ella y para su hija "a la que también amenazó". Ella siguió su vida, hasta que "él empieza a quebrantar la orden de alejamiento". Hasta el punto de que sin saberlo, ella trabaja en la Casa de Cultura y él se encontraba justo debajo trabajando. Él es peón de obra y el Ayuntamiento le contrata cuando le necesitan.

Volvieron a juicio. "El juez se enfadó bastante", cuenta María Dolores de la Rosa, porque en el juicio contó que al encargado lo engañó diciéndole que la orden de alejamiento de ocho a tres no valía. A pesar de que como dijo el juez "una orden vale para todo el día y hasta que se acabara". El juicio se alargó hasta octubre de 2014, en un proceso en el que la víctima tuvo hasta que "demostrar que ella no se había mandado a si misma los mensajes" en la que le amenazaban. A dos segundos de entrar en juicio en octubre, el maltratador se declaró culpable de todo y le condenaron a prisión, aunque como no tenía antecedentes salió libre. Consiguió que la orden la aumentasen de cien metros a doscientos cincuenta en su domicilio y en su lugar de trabajo.

Con esa sentencia, "no le digo que puedo respirar tranquila, pero algo protegida ya me siento", empieza a ir a su trabajo. Sin embargo, el 14 de noviembre durante los cinco minutos de silencio por las víctimas de violencia de género, él estaba montando el Belén del Ayuntamiento y "salió y se puso enfrente a dos pasos de nosotras". Tras este episodio decidió reunirse con el alcalde de Cabra, Fernando Priego "para pedirle por favor que eso no se podía repetir".

"Me quedé tranquila tras hablar con el alcalde", dice María Dolores. Pero el maltratador seguía en el Ayuntamiento, así que decidió poner un escrito donde le contestaron que habían hablado con la policía, aunque "si hay una sentencia sólo hay que limitarse a cumplirla no a conversar". Cuando ella habló con la policía que siempre le ha atendido, le dijo que esas conversaciones no había tenido lugar y que la situación seguía como después del juicio. El Ayuntamiento le justificó que "como era puntualmente, procuraba que fuese acompañado y como ya no se metía conmigo, que esas eran las medidas que se habían tomado". Aunque a ella nunca le han especificado cuáles son esas medidas.

Ella está de baja laboral desde que un día él se acercó a ella, desde la obra donde estaba, y se la quedó mirando con una pala en la mano. María Dolores se queja de su actitud de que le diga "yo esto te lo hago porque quiero y cuando quiero". Pero lo que ella no se esperaba "es que sus propios jefes no me protegieran".

 
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