...y Europa tomó una opción
Soledad Gallego-Díaz reflexiona sobre el referéndum griego y la reacción de los dirigentes europeos
Madrid
Finalmente, la Unión Europea parece haber hecho su elección. Entre todas las opciones posibles para tratar el problema griego ha elegido la que más riesgos entraña para toda la eurozona. Seguramente, los líderes europeos se sentirán satisfechos de su firmeza a la hora de imponer la ortodoxia. Pero la historia demuestra, una y otra vez, que cuando se plantean problemas serios, sobran los líderes que no saben pensar más que dentro de unos dogmas y que se requieren políticos con grandeza y con coraje. No se puede decir que abundaran este fin de semana en Bruselas.
Es posible que nos digan que no había otra opción. Pero si hay algo que los ciudadanos debemos saber, sin la menor duda, es que siempre hay opciones, que siempre es y ha sido posible alterar el cauce de las cosas, con inteligencia y con decisión. En otras crisis, Europa no perdió los estribos. En esta, sí.
Lo que se le ha planteado a Grecia en esta negociación no era inevitable: se podía haber elegido otra fórmula. Lo de este fin de semana es una opción libremente elegida por los dirigentes de la Unión Europea y ellos cargarán con la responsabilidad. No es posible exigir a Grecia que cargue con el mismo fardo porque la negociación ha sido siempre desigual: un coloso, la Unión, contra un pequeño país, empobrecido y agotado. Quizás su gobierno sea obstinado, terco, pero en la raíz del problema no ha estado nunca exento de razones. No hay nada de lo que alegrarse hoy. Solo alimentar la pequeña esperanza de que todavía sea posible parar este alud.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...