Que abran puertas y ventanas. Los caducos y los pimpollos

Madrid

Hoy parece más probable que ayer que la Unión Europea y Grecia lleguen a algún tipo de acuerdo. Ojalá ocurra, por supuesto, pero es una lástima que todavía no se conozcan con detalle los términos de las últimas propuestas griegas y, en su caso, de las respuestas del resto de los grandes jefes europeos. Y es una pena porque eso significa que aún no hemos logrado que la transparencia domine las relaciones entre Gobiernos aliados y miembros de una misma Unión, pero tampoco entre los dirigentes nacionales y sus administrados.

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Parecería sensato que los griegos de a pie, los mismos a los que quizá haya que tocarle las pensiones, por ejemplo, estuvieran al cabo de la calle de lo que discute Tsipras en Bruselas. Algo similar ocurre con el resto de europeos, donde nadie se imagina a Rajoy, un suponer, contándonos a los españoles de qué va la discusión. Esa ausencia de explicaciones, esa extraña ocultación –¿por qué no abrir puertas y ventanas?– es el virus que al final acaba por infectar a todo lo relacionado con la política. Y ahí queremos ver a los pimpollos de Ciudadanos y Podemos, de los que aún no sabemos, por cierto, qué han cedido y qué han ganado en sus pactos poselectorales.

Aquí presumimos todos de transparentes, pero mejor me guardo ésta por si puedo utilizarla en la siguiente chamba.