Rita
Almudena Grandes reflexiona sobre los ataques a los concejales de Ahora Madrid
Madrid
¡Ah!, pero... ¿No éramos todos Charlie? Me falla la memoria o ¿no vimos a Rajoy en París detrás de una pancarta con ese lema? Me sigue fallando o ¿no guardó un minuto de silencio Sáenz de Santamaría en representación del gobierno por la misma razón? Estoy tonta o ¿no se pronunciaron rotundamente el PP, y los medios de comunicación que lo jalean, a favor de la libertad de expresión, situando el ejercicio de este derecho por encima de las sensibilidades culturales o religiosas de un colectivo determinado? Sí, lo hicieron, y en enero de este mismo año. Claro, que eso pasó en Francia. En España, el ejercicio de la libertad de expresión es otra cosa. En el caso de Rita Maestre, según el fiscal, un delito contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos.
No voy a reivindicar mis propios sentimientos, que tanta gente ofende impunemente a diario, ni voy a contar todas las veces que habría podido ser procesada por cantar lo mismo que cantaron las activistas de Somosaguas. No voy a hacerlo porque me da igual, porque esto no es más que una maniobra política destinada a torcer la voluntad popular, que demuestra al menos tres cosas. Que en España, el poder judicial está en buena parte al servicio del partido del gobierno. Que los tamayazos, en la actualidad, se hacen en diferido, como la indemnización de Luis Bárcenas. Que el caso Maestre, y antes el Zapata, han venido muy bien para que no se hable demasiado de los tres jueces vinculados al PP que han sido designados para juzgar el caso Gürtel. Y nada más. Esto es lo que hay.