La desagradable especie del cuanto peor, mejor
Reflexión sobre la pitada al himno español durante la final de Copa del Rey
La desagradable especie del cuanto peor, mejor
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Madrid
¿Tienen derecho los asistentes a un espectáculo a silbar y patalear, antes de que se levante el telón? Probablemente, sí. ¿Tenían derecho los aficionados del Barça y del Athletic a dar una monumental pitada mientras sonaba el himno español? Probablemente, sí. ¿Quiere eso decir que el club que organizó la final de la Copa no puede ser sancionado? Pues eso no depende del derecho individual de los asistentes sino de si existe un reglamento o una norma que prevea esa circunstancia y considere que existe responsabilidad del organizador del evento. Si existe esa norma, debe aplicarse. Si no existe, no debe inventarse.
Dicho todo eso, parece que quienes acudieron al partido de fútbol se lo pasaron muy bien y se sintieron muy satisfechos de poder expresar su profunda antipatía por un símbolo que, al menos oficialmente, representa a los españoles. Lamentablemente su oronda satisfacción no lleva a ningún sitio: ¿hace más simpática su causa soberanista al conjunto de los españoles? ¿Ayuda a un futuro diálogo? Difícilmente mostrar desprecio por España ayude a mejorar la comprensión.
Todos aquellos que llevan meses advirtiendo que son las reacciones inadecuadas del gobierno de Rajoy las que incrementan el granero independentista catalán deben estar seguros de que lo ocurrió en el Camp Nou alimenta el granero del nacionalismo español. Así que no se comprende bien por qué se sonreía Artur Mas. Salvo que pertenezca al desagradable grupo de españoles que a lo largo de la historia creyeron siempre que cuanto peor, mejor.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...