Fútbol que alimenta el alma
Reflexión sobre el fútbol en el campo, lejos de despachos y juzgados.

Madrid
Siento gratitud y respeto por el fútbol, por el que se juega en el campo; da igual, cuando están jugando, que los futbolistas sean egocéntricos y multimillonarios, que se peinen de un modo u otro, que sean cachondos o sosos: son los que juegan con nuestros colores, y son mejores que los que llevan los colores adversarios. Otra cosa es el fútbol que se juega en los despachos o, como ahora, en los juzgados.


El fútbol es una bella pasión de los aficionados y de los niños, que cada día y cada semana esperan los resultados de su equipo con la respiración en vilo y que se enfundan la camiseta como si mañana fueran a ser ellos los ídolos. Ese fútbol del alma que no me lo toquen.