¿Defensa de los consumidores o invitación al fraude?

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Madrid
No es la primera vez – ni será la última – que comento aquí que frente a las leyes y normas de protección de los consumidores, aparentemente aceptables aunque no exentas de importantes lagunas, hay otra realidad. La de miles y miles de usuarios que en cada problema que sufren se dan de bruces con una maraña que no pocas veces les lleva al mismo callejón sin salida: tirar la toalla. Que es el objetivo de algunos...
Un buen amigo, abogado experto en temas de consumo, siempre dice que de los miles/millones de problemas que sufrimos con las compañías aéreas, la mayoría ni se denuncian. Que de las que se denuncian, muchos usuarios abandonan poco después. Solo una mínima parte llega al final. Por eso tantas veces prefieren esperar… Así está el patio. Desinformación y que claramente no se confía en poder plantar cara a los grandes. Ni se confía en los resultados de las denuncias y menos en que nos valoren los daños morales de un viaje frustrado…
Lo último del desencanto es la sentencia de un juzgado de Madrid que considera “marketing agresivo” y no delito el que a una anciana, casi invidente, con serios problemas de comprensión, le hayan vendido desde una empresa de venta a domicilio, en poco más de medio año, todo tipo de libros, entre ellos infantiles, tres placas de cocina, dos sillones relajantes, columnas de masaje, nintendos, etc, etc. Por valor de unos 85.000 euros, que añadidos los intereses del banco, eleva la cifra por encima de los 170.000. Se reconoce en la sentencia una “política comercial agresiva y poco ética”, que vendían “productos innecesarios”... “pero no pretendían engañar”.
Llegar a los tribunales en casos así, cuesta. Por supuestos fraudes de mucha menor cuantía, se hace difícil llegar a escalones más bajos, como recurrir a las OMIC o las Juntas de Arbitraje. A veces puede costar más el collar que el perro.
Pero si en casos más graves, como el de la anciana, te decides a denunciar con todas las garantías del “sentido común”, y hasta los tribunales te vuelvan a dar un varapalo de tal calibre, ¿quién se atreve a reclamar? El daño tiene el mismo efecto que las bombas racimo…
Una sentencia que demuestra el alto nivel de indefensión y de inseguridad de el que somos víctimas los consumidores y lo difícil que es para nosotros luchar contra colectivos, empresas, poderosos despachos de abogados... Difícil, por ejemplo, incluso frente a los abusos manifiestos de comerciales de grandes empresas que ofrecen todo tipo de ventajas y alternativas, no pocas veces inventadas para ganar su comisión, en esa guerra por conseguir robar un cliente a la otra compañía.
Como para que alguien mueva ficha para “atacar” las falsedades manifiestas en las propiedades de no pocos alimentos, como los demostrados engaños en algunos lácteos “milagrosos”, ( sin recompensa para los afectados y sin castigo para los defraudadores). O contra las pulseras “milagrosas” que lo curaban todo, o los fraudes del aceite, o los perfumes, o los cosméticos, o los medicamentos, o en las bebidas alcohólicas, o en tabaco. O las cremas supuestamente adelgazantes… Entre otras cosas, porque quizá un juzgado nos acabe diciendo que es una “política agresiva y poco ética", pero nos quedemos con los productos y con cara de tontos...
El problema de esta situación es, además del fraude en sí, que desde la falta de medios y de voluntad política de quienes deben luchar contra estos atropellos continuos y desde las sentencias más incomprensibles, lo que se está es dando alas a los infractores, a los tramposos, a los delincuentes… Si la persecución a todos estos engaños, trampas, fraudes, estafas es manifiestamente mejorable, si las sanciones llegan con cuentagotas y hasta nos encontramos algún que otro visto bueno a las tropelías, y, encima, si hay sanciones, son poco disuasorias, la invitación al fraude está servida…
Jesús Soria: @JesusSoriaD