Montero Glez o la literatura sin concesiones

Madrid

Le hubiera gustado ser director de cine. O torero. O, por lo menos, eso ha contado, porque con él uno nunca está seguro de casi nada. Fue periodista  "para poder estar frente a un mendigo y hacerle una entrevista, y mañana sentarme ante un Rey y entrevistarle también. Y aprender de ambos, del mendigo y del Rey". Un escritor que, entre el 'Ulises' de Joyce y 'Luces de Bohemia', se queda con Valle Inclán. De él han dicho que es "un navajero de la literatura" o que "no hay nadie en España que tenga mejor prosa. Tampoco que se haya roto más huesos para conseguirla".

Acaba de publicar 'Talco y bronce', con la que ha ganado el Premio Logroño de Novela, la historia de una banda de delincuentes en la España de los 80, una novela quinqui en la que la polícía es tanto o más corrupta que el lumpen, en una España que vivía los primeros años de la democracia pero en la que la modernidad no había hecho aún acto de presencia. En las gasolineras vendían cintas de Manzanita y Las Grecas, Rosario y Antonio Flores hacían películas con Eloy de la Iglesia y en muchas casas colgaba un calendario con la foto de Nadiuska. Y en la que Santiago Corella 'el Nani', uno de los protagonistas de la novela, se convertía en el primer desaparecido de la democracia.