Kingsman. Patadón al clasismo británico
Colin Firth protagoniza esta comedia de acción.
La lista de cineastas británicos que ha retratado la cara amable de su clase obrera es relativamente corta. Tan corta ha sido, que el autor de comics Mark Millar decidió en 2012 restablecer la justicia del entorno proletario en el que creció y escribir junto a Dave Gibbons ,The Secret Service: una parodia del MI6 y de los pijos que lo integran. El héroe de 'Kingsman' no es un agente de clase alta sino un chaval barriobajero, rompiendo así la racha de burla y desprecio que cosechan las capas sociales más modestas de Gran Bretaña, tal y como denunció Owen Jones en su libro Chavs: La demonización de la clase obrera.
La adaptación de este comic es una sonora e irreverente bofetada al rancio clasismo inglés. Un sopapo con mucha gracia. El director Matthew Vaugh - que ya adaptó Kick Ass (2010) también obra de Mark Millar - ha entendido perfectamente el ritmo, el humor, el exceso y las cargas de profundidad del comic y lo ha vertido con acierto total en la película. El puntal de 'Kingsman' es Colin Firth, arquetipo por excelencia del gentleman inglés, que se lanzado con juguetona entrega a semejante comedia, burra y trasgresora sin complejos. Ni las sacrosantas monarquías ni las iglesias se libran de los chistes más salvajes. Es humor salvaje, pero salvajemente inteligente, ya que todos los chistes tienen un dardo político envenenado.
Kingsman se estrena precisamente ahora, en plena polémica por la escasez de actores procedentes de las clases más bajas en las grandes escuelas de teatro británicas y que ha sido denunciada por estrellas como Hellen Mirren. En los pasados Oscar salió a la luz el espinoso tema del clasismo inglés y su repercusión en el cine británico. Tanto Colin Firth como Michael Caine proceden de clases medias y no han dudado en embarcarse en un proyecto que mete el dedo en la llaga de una de las tragedias nacionales británicas.
Esta comedia funciona por sí sola como homenaje y parodia a las viejas películas de espías, mucho más livianas y divertidas que las actuales sagas que ensombrecen a los héroes hasta niveles ridículos. Flojea en la elección del heredero del trono, Taron Egerton, al que le falta carisma.