La unidad imposible de los socialistas madrileños
La historia siempre turbulenta del Partido Socialista de Madrid, antes Federación Socialista madrileña, siempre cuna de conspiraciones
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Fotografía de archivto del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, junto a Tomás Gómez / Ballesteros (EFE)
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Madrid
Fundada por el propio Pablo Iglesias, la Agrupación Socialista Madrileña se trasformó en Federación cuando se consiguió la unidad de las diferentes formaciones socialistas que el franquismo y la clandestinidad había fraccionado. Una unidad que se vio reforzada con la incorporación del PSP y la victoria, primero, de Enrique Tierno Galván en el Ayuntamiento y, después, la de Joaquín Leguina en la Comunidad de Madrid.
El ejercicio del poder mantuvo la cohesión al mismo tiempo que el PSOE se hacía con el gobierno central. Sin embargo, la pérdida de la alcaldía en 1989 acentuó las diferencias en la cúpula de la Federación en la que José Acosta ejercía de Presidente y Leguina de secretario general. La división federal entre "guerristas" y "renovadores" se trasladó a Madrid, donde irrumpió el llamado Clan de Chamartín en el que se situaban algunos de los ministros y altos cargos del gobierno de Felipe González.
Las hostilidades cesaron con la llegada de Rafael Simancas a la Secretaría General en 2002, pero sólo en apariencia porque en 2003 se produjo ‘el tamayazo’: dos diputados socialistas hicieron fracasar el acuerdo con Izquierda Unida para gobernar la Comunidad.
Con Simancas noqueado en una segunda elección, entró en juego entonces una primera gestora que pilotó Cristina Narbona y que concluyó con unas delicadas primarias que perdió Trinidad Jiménez. Tomás Gómez conforma un partido de fieles y en constante tensión con el secretario general, ya Zapatero, ya Rubalcaba.
La unidad imposible de los socialistas madrileños
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