'Foxcatcher', sostenida tensión
Steve Carrel, Mark Ruffalo y el director Benett Miller, ganador a mejor dirección en Cannes, nominados a los Oscar por esta película basada en hechos reales
Madrid
Bennett Miller (Capote, Moneyball) vuelve con Foxcatcher, un oscuro drama psicológico que narra la relación de un ególatra millonario con dos hermanos, campeones de lucha libre. John Dupont, interpretado por Steve Carrell en el primer papel dramático de su carrera, con prótesis y lentillas incluidas, invita a mudarse a su propiedad a la joven promesa de la lucha, Mark Schultz (Channing Tatum). El deportista accede a la petición con el próposito de crear y entrenar un equipo para las olimpiadas. Pronto se crea un fuerte vínculo emocional desarrollado por la falta de afecto de ambos personajes.
Su relación empieza a resquebrajarse al entrar en escena el bueno y éxistoso Dave (Mark Ruffalo), hermano de Mark, aceptando ser el nuevo entrenador del equipo Foxcatcher, que hasta ahora tan buenos resultados había reportado al rico heredero que sin embargo quiere más y más.
La imágen de abnegado benefactor va desvaneciéndose dando paso a la manipulación más burda, revelando un complejo de inferioridad canalizado en una megalomanía desmedida, todo ello fruto de una complicada infancia con una fría y severa madre (Vanessa Redgrave). Toma ya. Por su parte, Mark, siempre a la sombra de su hermano, permanentemente presionado por su éxito, es una persona primaria, sin ningún tipo de inteligencia para manjear sus emociones, completamente sometido a Dupont. Pero Mark se siente ahora traicionado por su mentor por el relevo de su hermano, y entra de lleno en una espiral de autodestrucción y rechazo.
Esta es una cinta que habla de la soledad y de la necesidad desesperada de mitigarla. Habla de las luchas de poder entre diferentes estratos sociales. Habla de la ambición, de la mediocridad, de los valores elevables americanos. Habla de muchas cosas, paradójicamente es un película cargada de silencios, narrada con un ritmo lento, parsimonioso. Pero francamente, el que mucho abarca poco aprieta.