Un embarazo de años de espera
Cumplir los requisitos para adoptar no esquiva el largo hiato al que se someten las familias
Madrid
Quienes piensan adoptar deben prepararse para un riguroso examen. En él, tendrán que demostrar que pueden ofrecer un hogar confortable y desprovisto de tambaleos para el menor que vaya a parar a su familia. Para ello, una suerte de auditoría económica —de aquellas en las que querríamos ver a muchos de nuestros dirigentes—, un cuestionario sobre nuestra vida más personal y de pareja, si la hubiere, y, casi siempre, la visita de un asistente al domicilio, a la que los solicitantes suelen llegar, incluso, con la habitación del niño ya dispuesta. Sin embargo, aprobar ese examen es solo el principio.
'Hasta que nos lo den, prefiero no pasar a la habitación del niño'
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El compromiso del Estado es que las familias que estén en posición de adoptar obtendrán el certificado de idoneidad en menos de un año. De entrada, tal y como cuenta Isaac, él y su marido pasaron dos. Para ellos, la incertidumbre de saber si cumplirían todos los requisitos fue dura, como también lo está siendo la espera, aunque confían en que pronto llegará su pequeño. Sin embargo, según Adolfo García, portavoz de las asociaciones en defensa de la adopción, "algunas autonomías están incluyendo a familias en listas en las que hay doscientas solicitudes, muy a pesar de que en esas regiones solo se formalicen entre cuatro y seis adopciones al año".
Alrededor de 33.000 solicitantes cuentan con el papel en sus manos, aunque, en principio, solo uno de cada doce verá cumplido su sueño cuando acabe diciembre. Por ello también, muchas familias empiezan a renunciar a recibir al bebé perfecto o a ese recién nacido que sí conocerán quienes pueden concebir naturalmente. El niño que esperan Isaac y su marido, de hecho, tendrá necesidades especiales, como alguna discapacidad o patología leve; algo a lo que más parejas y solteros empiezan a perder el miedo y que, como cuenta él, no le aparta de un final feliz.
Lo que sí lo hace, para tantas familias, es el paso del tiempo: algunas pasan años enredadas en la espera preguntándose por qué el menor no llega. Y aunque fueran jóvenes al empezar los trámites las oficinas de adopción no tendrán problemas en borrarles de la lista siempre que su edad, o la media de la compuesta por la pareja, supere, en cuarenta años, la del niño que pretenden adoptar. Por mucho que ese largo hiato haya venido impuesto de fuera.