Un plan muy poco integral

Madrid

Integral es una palabra peligrosa. Significa que lo comprende todo. El Gobierno ha anunciado un Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta que pretende dar, afirman, “un enfoque integral al problema” del yihadismo. De momento, es curioso porque el Plan de lo que habla es de radicalización violenta, en general, y ese problema no es exclusivo del yihadismo, así que se podrá aplicar a cualquier movimiento, digamos, autóctono.

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En cualquier caso, la cuestión no es esa, sino qué se considera “integral”. ¿Comprenderá ese plan un mayor esfuerzo educativo en las comunidades musulmanas españolas? ¿se enviarán decenas de profesores de refuerzo a Ceuta y Melilla? ¿Se arbitrarán planes de empleo especiales para la alta población juvenil en paro en entornos muy deprimidos?

Eso es lo malo de hablar de planes integrales: que no lo son, ni mucho menos. Por lo que se sabe, el Plan de marras no afecta a la educación, ni al empleo, ni a nada de lo que pueda influir en la radicalización violenta de algunas comunidades. Se trata, exclusivamente, de dar un tratamiento policial y judicial más severo a quienes ya se hayan radicalizado de manera violenta y de tener más medios para detectarlos antes. Está bien. Seguro que es bueno detectar a los violentos lo más temprano que se pueda. Pero conste que el plan es rematadamente parcial y carece de más mínimo enfoque integral.