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Yo tampoco sé nada de Shakespeare

Carlos López-Tapia nos acerca a la figura del autor inglés más importante de la historia

Madrid

La noticia sobre la aparición reciente de un libro de obras de Shakespeare en una pequeña biblioteca francesa dio la vuelta al mundo a toda velocidad, impulsada por la "divinización" del personaje por la poderosa cultura anglosajona, hace unas semanas. En realidad y a pesar de la importancia de la antigüedad de la edición, no aporta nada nuevo al borrón histórico que es William Shakespeare.

El año que viene se conmemorará el cuatrocientos aniversario de su muerte y en los últimos años se han publicado dos libros, excelentes ejemplos de divulgación, amenidad y rigor histórico. El popular escritor y periodista Bill Brison y su "Shakespeare", editado por RBA en 2009.

Y "Shakespeare. Una vida y una obra controvertidas" del profesor de la universidad de Columbia James Sapiro, editado por GREDOS en 2012, reúnen y ordenan las dudas, las polémicas, los anacronismos, las estafas y los esfuerzos en torno a una persona de la que apenas se sabe nada. Brison resume el aroma de todos los libros escritos sobre Shakespeare con estas palabras: No sabemos a quiénes frecuentaba ni cómo se divertía. Su sexualidad es un misterio inescrutable. Hay sólo un puñado de días de los que se sabe con absoluta certeza dónde estaba. No hay nada que certifique su paradero durante los ocho años críticos de su vida en los que dejó a su mujer y a sus tres hijos pequeños en Stratford y se convirtió, con una facilidad casi inverosímil, en un dramaturgo de éxito en Londres. La primera mención impresa de Shakespeare como dramaturgo aparece en 1592, cuando ya ha atravesado el ecuador de su vida.

En cuanto al resto, Shakespeare sería algo así como el equivalente literario de un electrón: siempre presente y ausente a la vez.

Por su parte, Sapiro lo enfoca con tanto rigor como Brison pero con visión detectivesca: Este libro trata de cuándo y por qué mucha gente empezó a dudar de que William Shakespeare hubiese sido el autor de las obras teatrales atribuidas a él durante largo tiempo y a preguntarse quién las escribió, si no fue él.

Ambos garantizan un repaso entretenido que nos servirá para responder a la pregunta, ¿que sé sobre el escritor más famoso del mundo? La respuesta es reconfortante porque puede uno aprenderse de memoria sus obras o extasiarse ante su tumba sin nombre en la Abadía de Westminster leyendo su intrigante epitafio: Amigo, por Jesús abstente De hurgar el polvo que debajo yace. Bendito aquel que honre estas piedras, Maldito quien mis huesos mueva, pero responder que uno no sabe apenas nada sobre él, nos deja a la misma altura de sus más dedicados biógrafos.

Con más de trescientas cincuenta películas inspiradas por sus obras, su personaje no ha aparecido más que una docena de veces, y solo con éxito popular en el caso de Shakespeare in love, cuyos aciertos y errores nos dan pie para comentar la época y algunos detalles de la vida privada del siglo XVI y XVII. Sus últimas apariciones son en Anonymus y en Miguel y William, donde Shakespeare acaba recalando en España para encontrarse con Cervantes.

Miénteme Cine (17/01/15)

24:47

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También fue en una biblioteca donde se halló el rastro de una obra perdida de Cervantes, y Paqui Ramos la visita tras la huella del hispanista que la descubrió, hoy fallecido, y cuya hermana nos acompaña en el audio.

"Comedia de la conquista de Jerusalen" que Arata atribuye a Cervantes.

"Comedia de la conquista de Jerusalen" que Arata atribuye a Cervantes. / Real biblioteca

"Comedia de la conquista de Jerusalen" que Arata atribuye a Cervantes.

"Comedia de la conquista de Jerusalen" que Arata atribuye a Cervantes. / Real biblioteca

La Real Biblioteca

Sala de investigadores en la Real Biblioteca

Sala de investigadores en la Real Biblioteca / Paqui Ramos

Sala de investigadores en la Real Biblioteca

Sala de investigadores en la Real Biblioteca / Paqui Ramos

La Conquista de Jerusalen se encuentra en una caja fuerte en el sótano de la Real biblioteca. En este espacio, y en el resto de salas que conforman la Biblioteca se guardan, las bibliotecas particulares de ilustrados como Mayans y Siscar y Francisco de Bruna, Oidor de la Audiencia de Sevilla y amigo personal de Jovellanos. Numerosos libros procedentes de las bibliotecas particulares del conde de Mansilla y del conde de Gondomar. De este último conserva la Real Biblioteca no solo su magnífica colección de libros impresos y manuscritos sino una copiosa correspondencia que asciende a más de 20.000 cartas.

Sala 8 de la Real Biblioteca y fichero manual

Sala 8 de la Real Biblioteca y fichero manual / Paqui Ramos

Sala 8 de la Real Biblioteca y fichero manual

Sala 8 de la Real Biblioteca y fichero manual / Paqui Ramos

Solo pueden entrar los investigadores que puedan acreditar que la consulta es necesaria para su trabajo. La sala de investigadores tiene tres ventanales por los que entra luz natural, 12 vitrinas del s.XIX de madera y cristal de la Granja. Una enorme lámpara de araña que cuelga del techo. Y, en el centro varias mesas con luces de baja potencia, conexión a internet y unos enormes cojines donde apoyar los libros de consulta. Rara vez se utilizan porque la mayoría de los libros y documentos están digitalizados. Además no se pueden introducir en la sala libros ajenos a la Biblioteca.

El resto de salas están numeradas con un número romano y a continuación un número arábigo que identifica cada libro. El fichero, con cierre manual de persiana, guarda las fichas de todos los libros que se hayan en la biblioteca.

Techo del Globe

Techo del Globe / Begoña Arce

Techo del Globe

Techo del Globe / Begoña Arce

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