Cuestión de confianza

Madrid

Mira que es difícil robarle protagonismo informativo a la Lotería de Navidad, pero el juez Castro lo ha conseguido. Su intención –ahora ya oficial- de sentar a la infanta Cristina en el banquillo ha sido una especie de premio gordo, en negativo, para la Casa Real a sólo un par de días del mensaje de Navidad de Felipe VI. Resulta una incógnita ahora mismo saber si el monarca hará alguna referencia directa a su hermana, pero está claro que no debería soslayar un asunto tan espinoso. Lo malo, y ya empieza a resultar también un poco extraño, es que no sea la propia Cristina la que dé un paso atrás, la que haga un gesto –por ejemplo, renunciando a sus derechos sucesorios- que libere al nuevo Rey de esta molesta piedra en el zapato. Sobre todo en un momento en que la imagen de la Corona –sobre todo la del propio rey- ha mejorado notablemente, a pesar de que la obstinación de la infanta le está haciendo un flaco favor.

Claro que tampoco parece muy lógico que la única acusación contra ella que ha quedado en pie sea la de Manos Limpias porque el ministerio fiscal se emperró hace tiempo en exonerarla. Son esas cosas raras que ocurren de vez en cuando en este país... De lo que algunos –y algunas- parecen no darse cuenta es que los ciudadanos van tomando nota de todo. Y el riesgo es que eso aumente el grado de desafección con las instituciones, que se quiebre la confianza. Porque sin confianza no hay ninguna relación que aguante. Ni tampoco ningún país.

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