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COSAS DE LA INDIA

Una maravilla más en mi retina

Saludos desde Calcuta, donde afronto, de momento, la última quincena de mi estancia en la India

El Taj Mahal desde las gafas de Borja Fernández / BORJA FERNÁNDEZ

Calcuta

Ya tengo una maravilla más del mundo moderno en mi retina. Después de una mini concentración de seis días debido a que teníamos dos partidos muy seguidos fuera de casa - Pune y Delhi -, aprovechamos la ocasión, ya que Nueva Delhi está “cerca” de Agra, y fuimos a visitar el Taj Mahal. Una de las obras maestras de la arquitectura mundial.

Puse cerca entre comillas ya que lo que iban a ser cincuenta minutos de avión se convirtió en hora y media de viaje, posteriormente en tres horas, no hora y media y hora y media - resulta que habíamos “entendido mal” -, y cuando llevábamos dos horitas embutidos en un micro bus, pasaron a ser cuatro las necesarias. Entre las cuatro de ida y las cuatro de vuelta, más las últimas dos y media de vuelta a Calcuta, vimos una de esas siete maravillas.

Me encanta la arquitectura, pero al igual que me pasa con el vino, no entiendo de ello. Sé si me gusta o no, sé si me impresiona, si cala… Y la primera visión, desde la lejanía, fue lo mejor. Luego, si vas con alguien que sabe - como un enólogo -, te va contando cosas y curiosidades, razones, secretos, etc., ya puedes ir comprendiendo que es eso que te asombra pero que no sabías el porqué.

La visión de lejos, como os escribo, fue la más me impresiono. No llegué al “síndrome de Stendhal” pero me gustó. Luego nos fuimos acercando y la impresión continuaba, mezclada con la ansiedad de poder entrar al mausoleo y ver esas cosas que nos iba explicando la persona que contratamos. Dentro no me impresionó. No porque no sea algo majestuoso, sino porque aunque aprecie el laborioso trabajo de incrustación, me esperaba otra cosa. No sabría explicar tampoco el qué, pero observando y apreciando lo que veía, no estaba asombrado.

Borja Fernández en el Taj Mahal

Borja Fernández en el Taj Mahal

Me gustó también la historia - alguna cosa ya conocía - y creo que hubiera sido majestuosa la imagen de la idea que tenía el Emperador de construir otro exactamente igual para él al otro lado del río, pero de mármol negro. Nos contaron al salir alguna curiosidad más arquitectónica bastante interesante y nos alejamos. A medida que nos alejábamos, empezaba a experimentar la misma sensación que al principio. Y justo en el momento de echar la última ojeada, sentí lo mismo que los momentos antes de verlo por primera vez, cuando me acercaba a la puerta de acceso.

A todo esto hay que sumar la experiencia de visita otra ciudad india más, que como siempre, es sorprendente. Me chocó también, que en un país con tanta contaminación y suciedad, aplicaran con severidad ciertas normas a su alrededor, como la del combustible. Te acercan a la entrada en vehículos eléctricos. Y también te obligan a entrar con unas fundas para el calzado. Es entendible, pero es chocante. Me quedan pocos días aquí, así que creo que habrá tiempo para una entrada más… por el momento.

 
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