Diego Rivera
Un referente artístico. Un hombre que no se había asomado a la Llamada de la Historia, pero que habíamos tenido cerca: su mujer, su tercera mujer, sí que marcó el teléfono de la historia en una ocasión.
Diego Rivera
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Madrid
Nací pequeño. Cierto que todos nacemos pequeños, pero lo mío en versión diagnosticada: raquitismo. De hecho, mi hermano gemelo apenas si pudo disfrutar de un año de vida. Yo aguanté, pero con lo mío.
Como muchas de las personas que nos dedicamos a algo etéreo como el arte, empecé a tomar clases nocturnas en una academia, a espaldas de mi padre, que se inclinaba por un futuro militar para mí.
Una beca, de aquellas que daban, me permitió viajar desde mi país al suyo, a España, donde pude acercarme a obras de autores del calibre de Goya o El Greco. Además, pude completar mi formación con uno de los retratistas más reconocidos de Madrid.
París fue mi siguiente destino y allí, además de arte, descubrí el amor...que duró una década. Mi vida pasó por tantas ciudades, por tantos países. Picasso y Valle Inclán fueron mis referentes, mis encuentros, mis corrientes, mi cubismo. Nació mi primer hijo, pero la desgracia lo persiguió al igual que a mi hermano.
- Diego rivera
En lo profesional...murales. Muchos murales. La formación de la raza mexicana fue el primer tema que traté: un hombre que nace del árbol de la vida. Y otra boda, ¿es que acaso alguien puede hablar de su vida profesional sin hablar de la personal? Tuve otra hija, anterior, pero apenas si la conocí. Me hice siempre cargo de ella, eso por supuesto, pero en fin, extramatrimonial: esa es otra historia.
Dos hijas con mi segunda mujer. Y la dirección de la Escuela Central de Artes Plásticas. Y un momento inolvidable en mi vida. Un hito profesional. Nueva York. La Quinta Avenida, lo que fue el Rockefeller Center y un mural mío, por encargo. Estaba elaborando un mural titulado un hombre en el cruce de caminos y apareció Lenin en mi mente. No gustó, claro. El señor Rockefeller, influenciado por la prensa y la propia sociedad americana, tapó en mural y poco menos que me envió a México. Por aquel entonces, formaba yo parte del Partido Comunista Mexicano y este fue uno de las influencias en mi pintura. Un buen ejemplo, este de Nueva York que les acabo de contar.
¿Le gusta, a usted que escucha, la pintura? A ella le encantaba...la acabo de recordar...mi tercera esposa. Fue mi modelo pero también fue mi pintora. Casi a la vez me echaron del partido. Casi a la vez ocurrió lo de Nueva York.
Casi a la vez ocurre todo en la vida, ¿no cree?
La relación con ella, con mi esposa, fue de pasión y de locura. De casarnos y divorciarnos y volvernos a casar. Me retraté cuando en uno de mis murales, la dibujé junto a su hermana. Era una especie de diario de mis amantes aquel lugar.
Descanso en un lugar que no me gusta, pero esto se puede decir pero no elegir: la rotonda de personas ilustres...maldito lugar.
Adriana Mourelos
En El Faro desde el origen del programa en 2018. Anteriormente, en Hablar por Hablar, como redactora...