¿Justicia divina?

Madrid

La investigación sobre la presunta red de pederastia en la que estarían implicados sacerdotes de la archidiócesis de Granada se está llevando con un sigilo al que no estamos acostumbrados. La investigación de la Iglesia se lleva en paralelo a las actuaciones judiciales que han sido declaradas secretas, las identidades de los presuntos abusadores se esconden tras iniciales, no ha habido de momento detenidos ni, consiguientemente, se han tomado medidas cautelares contra ellos. Y no cuesta imaginar que por muy sacerdotes que sean, visto su perfil no puedan escapar, hacer desaparecer pruebas o seguir con sus aberrantes prácticas. Todo presunto, por supuesto.

Quizás todo deba de ser así, pero sorprende que en casos similares la actuación policial y judicial, incluso la política, hayan sido radicalmente distintas. Los ejemplos son varios, el más reciente, el del presunto pederasta de Ciudad Lineal, cuya busca y captura estuvo acompañada de estruendo y cuya detención fue anunciada en una rueda de prensa protagonizada por el propio ministro del Interior. Quizá lo uno fue excesivo, pero esto puede parecer escaso dada la alarma social suscitada y el especial perfil de los presuntos abusadores