Esperanzas quemadas
Cerca de 6.000 personas se enfrentan a un futuro incierto tras el incendio de la fábrica de Campofrío en Burgos: trabajadores de la planta, transportistas, ganaderos. Una onda expansiva que arrasa la economía de la zona y que mantiene en vela a las familias afectadas
Madrid
La planta principal de la empresa cárnica Campofrío en Burgos, en el polígono industrial de Gamonal-Villayuda, arrasada tras el incendio de la madrugada del domingo deja miles de familias, entre empleos directos e indirectos, sin un futuro laboral. Los que habían construido una vida gracias a la planta, los que estaban a punto de jubilarse, los ganaderos de la zona, los transportistas, todos en Burgos miran con incertidumbre lo que ahora queda, las cenizas.
Esperanzas quemadas: la historia de una fábrica (Campofrío) y sus trabajadores
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“La ciudad está triste. No es una cuestión de las 1.000 familias afectadas, esto perjudica a toda la ciudad. Burgos se siente identificada con Campofrío”, dice Javier Lacalle, alcalde en 'Hora 25'. Explica que la empresa nació allí, lleva 60 años identificándose con la ciudad. "Campofrío es Burgos, y Burgos es Campofrío", recalca antes de suspirar por los mensajes tranquilizadores de la construcción de la próxima fábrica.
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El presidente de la compañía mantiene también el tono esperanzador. "Vamos a mantener el empleo, el empleo va a volver a Burgos. Nunca hemos pensado en suspenser contratos de forma indefinida aunque nos ampare la ley, vamos a minimizar los efectos sobre las familias", cuenta Ignacio González, que está satisfecho de haber ya recolocado al 13% de la plantilla en otras fábricas. La constitución de una oficina de atención del Comité de Empresa ha sido un paso importante. Atender cada necesidad y cada problema. González asegura que la empresa velará por cada uno, incluso intercediendo con bancos para que las hipotecas no se ejecuten. Vicente Ramón Marijuan, del comité de trabajadores, lamenta con la voz entrecortada esta tragedia cuando "estaban generando empleo, rejuveneciendo la plantilla y habían logrado capear la crisis"
'Campofrío es Burgos y el empleo va a volver a Burgos'
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Las vidas truncadas por el fuego
- Marcelino Arriba, 43 años trabajando en Campofrío
'Campofrío es mi vida. Me quedaban 14 días para prejubilarme e irme a mi casa'
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“Es mi vida. Empecé el 4 de mayo del 75. He estado 19 años en la carretera de Logroño en fiambres y ahora llevaba muchos años en formadoras de cajas. Me quedaban 14 días para prejubilarme e irme a mi casa. Como no se moje la empresa conmigo, voy a perder de dinero. Mis tres hijos están en el paro, una haciendo una carrera, y eso se me ha ido comiendo todos los ahorros. En mi empresa no han podido admitir a ninguno. He perdido dos trenes, el de los 60 por Rajoy, y éste por el incendio. He perdido mi vida.
Me enteré mientras echaba de comer a los canarios. Me llamó mi hermana y mi hija pequeña se enteró por el móvil. Me puse el chándal y subí corriendo para ver si podía salvar algo de mi vida. Allí he dejado mi vida. Estoy triste y enfadado. ¿Qué le digo ahora a mi hija? Que no vaya de Erasmus porque su padre no tiene dinero”
- Isabel de Pedro y Jesús Cano, un matrimonio en el trabajo
“He perdido mi segunda casa, mi segunda familia'
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“He perdido mi segunda casa, mi segunda familia. Mi marido trabajada en embutidos y yo en loncheados. Tenemos dos hijos adolescentes, de 14 años. Ahora lo piensas todo. Las posibles recolocaciones, si me tengo que mover, habrá que moverse. Siempre que garanticen la vuelta a Burgos.
Somos fijos desde hace cinco años. Veníamos de Soria cuando Campofrío compró Revilla y la empresa cerró. Ahora estábamos bien, pensando que la decisión era la acertada. Cuando ya vivíamos otra vez tranquilamente, revivimos esta pesadilla. Pero me niego a estar en casa. Es darle la vuelta a lo mismo, discutir con mi marido y mis hijos. Tenemos que salir adelante”.
- Luis Alberto López Peña, el joven recién contratado
'El 1 de octubre me compré una casa y no he pagado ni la primera letra'
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Con 33 años, hace 6 meses que lo contrataron de forma indefinida después de tres años como temporal. “Me daba mucha seguridad para empezar una nueva vida. Me compré una casa el uno de octubre, aún no he pagado la primera letra. No sé qué va a pasar, tengo mucha incertidumbre. Llevaba tres años luchando por un puesto estable, aguantando en fin de semana, luchando, con la ilusión de comprarme un piso, de dar otro paso como persona y ahora te encuentras con un sueño desaparecido”.
Tres perfiles, tres vidas, tres familias que apelan a la fuerza y la superación ante la adversidad de un futuro incierto.