La UE debe dar fin a este secuestro
El magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, reflexiona sobre Assange
Madrid
Estados Unidos, que presume de enarbolar la bandera de las libertades, ha tenido una oportunidad de oro con el caso de Julian Assange para reforzar su defensa del derecho a la libertad de información. Ya lo dijo Kennedy: La Democracia se caracteriza por la cantidad de información sobre asuntos públicos que los gobernantes proporcionan a sus ciudadanos tratándoles como adultos responsables. Esa información se obtenía antes a través de las palabras o los documentos pero ahora hay nuevas herramientasque nos permiten acceder a ella de la mano de las nuevas tecnologías. No cambia el resultado obtenido que es el derecho a la libertad de información, cambia el medio empleado para conseguirlo.
Los cables de Wikileaks constituyen una información que no debe sustraerse a la opinión pública. Un periodista convencional los hubiera publicado de la misma forma que Woodward y Bernstein publicaron el watergate. Recuerdo que entonces nadie dijo nada y que ningún Estado puso el grito en el cielo. La casualidad quiso que el gobierno británico justo cuando dudaba acerca de qué decisión tomar con Assange, acorralado por el Pentágono después de desvelar sus secretos y ante una sociedad norteamericana dividida, se encontrara con que la fiscalía de Suecia reabría una causa por delito sexual contra él. Una causa que no tiene fuerza incriminatoria pero que le mantiene secuestrado desde hace más de dos años en la embajada de Ecuador en Reino Unido.
La Unión Europea, uno de cuyos pilares es el de garantizar un espacio de Justicia y Libertad, debe tomar cartas en el asunto y se tiene que implicar para buscar una solución a esta inexplicable situación contraria a todas las normas del derecho internacional humanitario.