Algo va mal
Soledad Gallego-Díaz reflexiona sobre la idea del primer ministro francés Manuel Valls de renunciar al término "socialista" para referirse a su partido
Madrid
El primer ministro de Francia, Manuel Valls, tiene razón en que lo de menos debería ser mantener o cambiar el nombre al Partido Socialista francés. Por eso es tan curioso que sea precisamente él mismo quien haya lanzado ese debate. Lo que importa en la izquierda, por recuperar un nombre genérico, es volver a plantearse las preguntas correctas: qué hay que cambiar o reformar para que las sociedades sean más ecuánimes, menos desiguales, más justas.
No se trata de ser fiel a una idea nostálgica del pasado, dice Valls y tiene razón, pero eso es una cosa, y otra olvidar que siempre ha existido lo que se llamó la cuestión social. Nuestro problema, decía el pensador británico-americano Tony Judt, no es qué hacer sino, como hablar acerca de ello, como empezamos a hacer esas preguntas sobre las que no debimos dejar que nos distrajeran y que nos las birlaran completamente de nuestras vidas. Una cosa es convivir con la desigualdad y sus patologías, decía Judt, y otra, regodearse en ellas. Hemos perdido la costumbre de hablar de todo esto. Es curioso, porque en el siglo XX fue algo fundamental: cuando después de la II Guerra Mundial se planteó como luchar contra el paro, a nadie se le ocultaba el tinte moral de la discusión. Ahora sería casi un planteamiento maldito. Es como si el siglo XX no hubiera ocurrido nunca, se asombró Tony Judt, en su último libro, titulado, muy inteligentemente, “Algo va mal”
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...