El editorial de Pepa Bueno: "Todos le reconocen en la despedida"

Los restos mortales de Adolfo Suárez están a punto de salir de la clínica Cemtro de Madrid para ser trasladados al Congreso de los Diputados. Allí, en la sede de la soberanía nacional, el lugar donde se inmortalizó para la Historia su resistencia al golpe del 23F, aguantando las balas de la extrema derecha erguido en su escaño, se le van a rendir hoy honores de Estado. Con todas las turbulencias en contra, la resistencia del régimen a su desmontaje, el terrorismo ultra, el terrorismo de ETA, el ruido constante en los cuarteles, una sistema económico obsoleto con la inflación en el 30% por ciento, Suárez, procedente del franquismo, entendió que el único camino posible era gobernar para todos los españoles tras 40 años de una dictadura despiadada con los perdedores de la guerra civil. Y lideró en apenas dos años y medio la salida del franquismo a la democracia constitucional impulsada por el Rey. Don Juan Carlos lo calificaba ayer como uno de los periodos más brillantes de nuestra historia.

Fue devorado políticamente por los barones de su partido, la UCD y acosado por casi todos, pero hoy en su despedida, y desde hace ya muchos años, todos le reconocen la audacia, la inteligencia política y el valor que le dio a la palabra y a la práctica del consenso.