El editorial de Pepa Bueno: "Sí se pudo"

No habrá más privatizaciones de la Sanidad en Madrid. La Comunidad de Madrid renuncia a su proyecto.

La presión pacífica de la calle, las mareas blancas de profesionales del sector sanitario y ciudadanos y la Justicia interpretando la ley en aras del bien común.han acabado con otro de los proyectos estrella de los gobiernos de Esperanza Aguirre e Ignacio González. Un enorme fracaso político que se sustancia de momento con la dimisión del consejero de Sanidad, Javier González Lasquetty.

En los 15 meses que ha durado el proyecto y su contestación, se ha podido comprobar:

-el aprecio transversal de ciudadanos de izquierdas y de derechas por la sanidad pública.

-la chapuza y las dudas sobre un proceso de adjudicación con correcciones de última hora, sin una valoración mínimamente científica del ahorro que supondría.

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-la gestión arrogante de la Comunidad sin dialogar con nadie.

-y para completar el cuadro, las maniobras político-judiciales para buscar una bendición de los tribunales, que finalmente no se ha producido.

Parece claro en cualquier caso que la decisión de González de dar marcha atrás responde, no al convencimiento de su error en materia tan delicada, sino a un cálculo político y electoral. De no rectificar ahora, la sentencia definitiva podría coincidir peligrosamente con la campaña para las autonómicas en las que Gonzalez ni siquiera tiene claro que vaya a ser candidato. El riesgo era excesivo y con la dimisión del consejero pretende cortafuegos.

La Sanidad Privada tiene en España y en el resto del mundo centros que funcionan con eficacia y prestigio. Utilizan sus servicios quienes pueden pagarlo, y las compañías obtienen su legítimo beneficio empresarial. Nada que objetar.

La Sanidad pública, gratuita y universal es un servicio, no un negocio, su gestión tiene una altísima rentabilidad social, pero no necesariamente da dividendos en una cuenta de resultados. Abrir el debate sobre la eficiencia en la gestión de lo público es una cosa, privatizar un servicio público esencial es otra.

La historia de este fracaso madrileño deja a un político tocado, a una sanidad pública con recortes y rasguños pero más blindada que nunca y a una sociedad civil más articulada y convencida de que si lo público es de todos a todos, toca defenderlo. Y a veces, se gana. Quizás sea la herencia más fértil de esta crisis.