Un Barça apático claudica en Ámsterdam

Jugar sin Messi y Valdés te vale para ganar con tranquilidad en la liga española. Una competición desvirtuada por la diferencia entre los dos arriba y los de abajo, pero que además se ha quedado sin clase media en los últimos años. Contra el Granada, el Barcelona venció pero no ofreció nada nuevo. La indiferencia ocupó ese lugar. Pero en Europa las cosas son distintas, por muy bajo nivel que se le presuponga al, antes, gran Ajax | Repasa las estadísticas del partido.

En la Champions no te puedes confiar, ni salir despistado. La confianza es algo que se gana con el tiempo, pero que dura un suspiro en perderse. Lo que tarda cualquier equipo en soltar un zarpazo en forma de gol. Y como toda amenaza no llega sin una causa cierta, el Barcelona demostró en la primera parte ante el Ajax, que lo vivido en muchos otros partidos de la presente temporada no era un espejismo. Su impoluta trayectoria de resultados dejaba a cualquiera sin argumentos. Pero la noche en Amsterdam sienta un precedente en la táctica del Tata.

Los azulgranas fueron dominados de principio a fin en los primeros cuarenta y cinco minutos. Incapaces de tocar, de realizar el juego de triángulos que antes hacían sin pensar. Una costumbre que no sale si no la sigues practicando y el Barça lleva una serie de partidos sin imponerse a su rival por juego. Los hombres de Martino retrocedían acobardados, conforme el Ajax desplegaba un juegue alegre. El mismo que apuesta por las bandas y entrega todo, hasta el alma, por una ovación de su afición volcada.

Lo que podía parecer una táctica desde el banquillo, para replegarse y abrir huecos a la contra, quedó rápidamente descartado. La realidad que se palpaba en el Amsterdam Arena se tradujo en una mayor posesión local -algo inusual- y sobre todo, en llegadas muy claras. Serero, en el minuto 18, confirmó lo que muchos nos temíamos. Esta vez no era un espejismo. Quedaba evidenciado el sistema y el estilo del Barcelona. Esta noche, claramente superado. La jugada por banda derecha y el remate diestro en el corazón del área fue tan bueno, como mala la coordinación de la línea defensiva culé.

Es entonces cuando todos los que están viendo el partido se dan cuenta de que el Barcelona todavía no ha aterrizado en Amsterdam. Los intentos por recuperar la imagen se reducen a un disparo mordido de Neymar en buena posición y un centro de Iniesta, al que Cesc no llega por muy poco. Imposible ocultar así lo evidente. Y más sin Messi, que suele maquillar. El castigo solo podía ser mayor y llegó tras una gran oportunidad desperdiciada por Schöne. La forma, una comedia representada por la zaga culé que regaló el gol en bandeja a Hoesen. El Barcelona perdía por incomparecencia. Puyol, Piqué, Mascherano, todos veteranos de mil batallas, se miraban unos a otros repartiendo culpas.

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El final de la primera parte fue un regalo para el equipo español. Un descanso para los maltrechos corazones de la afición culé, tan mal acostumbrada en la última década. En la segunda parte el Barcelona solo podía mejorar. El equipo de Martino incluyó en su repertorio una dosis de intensidad. Lo mínimo que se le puede exigir a todo equipo con amor propio y pundonor. A cambio recibió ingentes cantidades de suerte. La que llegó enviada por la defensa del Ajax, que hasta ese momento había hecho todo bien. Pase a la nada de Van Rhijn y Veltman colabora poniendo su grano de arena con una roja sobre Neymar, descarada. Lo que no quedó tan claro fue el penalti, uno de esos que ocurren a centímetros del área y son tan difíciles de calcular.

Xavi transformó la pena máxima. La única noticia que databa su presencia en el partido. Esa es la mayor tragedia del Barcelona actual. A partir de ese instante, el Barça subió sus prestaciones, apoyado en la inercia del gol, como no podía ser de otra manera. Neymar y Pedro tuvieron en sus botas el empate, pero el individualismo y el desacierto lo evitaron. La más clara, una vaselina de Neymar, tras un control exquisito con el pecho, que desvió Cillessen con la yema de los dedos.

En el tramo final del encuentro, los cambios de Martino explicaron a las claras los problemas del Barcelona. Puyol, Xavi y Cesc, muy desafortunados, fueron sustituidos por Sergi Roberto, Patric y Adama Traoré, canteranos. El guion pedía a gritos que el Barcelona se volcase sobre la portería del Ajax. Dispuso del balón, con un hombre más sobre el césped, pero no produjo ocasiones de peligro real. Se mostró apático, mucho menos enérgico que su rival, que se revolvía con todas sus ganas, multiplicando esfuerzos.

El Barça de Martino claudicó en los últimos minutos, incapaz siquiera de creérselo. Los blaugranas fueron derrotados 2-1, con toda justicia, por un Ajax con más juego e ilusión por demostrar. Así llegó la primera derrota de la temporada para el nuevo equipo del argentino. Una derrota que le separa del récord de Guardiola de 21 partidos seguidos invicto. Martino se quedó a uno. Pero ese no es el problema. Muy lejos de los resultados, el problema es otro.

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