El encuentro legendario de Filopapos
Van Morrison estaba en Grecia, en Atenas, cuando la gira de verano de Bob Dylan hacía noche en la cuidad. Los músicos hablaron y decidieron quedar a dar un paseo y a tocar unas canciones que serían registradas por el equipo inglés que estaba rodando un documental sobre el músico de Belfast.
Las carreras de Dylan y Morrison han ido un tanto a la par aunque el estadounidense, cuatro años mayor, comenzó en el Greenwich Village neoyorquino a comienzos de los años sesenta. Cuando el irlandés empezó a cantar hacía algunas versiones suyas y aunque le llevó más años debutar, sus primeros álbumes - ‘Blowin' Your Mind!’ (1967), ‘Astral Weeks’ (1968), ‘Moondance’ (1970), ‘Tupelo Honey’ (1971)- le otorgaron ese respeto que hoy en día todavía infunde entre los aficionados. No tardarían mucho en conocerse. En 1976 ambos músicos, y muchos más, compartían escenario en el concierto de despedida de The Band, el grupo canadiense que había acompañado a Dylan en sus giras. Aquellos temas serían el aperitivo de los encuentros que vendrían después.
La reunión de Filopapos (junio de 1989), que quedó registrada en el documental ‘One irish rover’, duró apenas diez minutos que presentaría a los músicos como dos turistas visitando Grecia. Morrison con uno de sus últimos flequillos, camisa blanca y gafas de sol. Dylan con camiseta azul, chaleco negro y sombrero blanco. Van con la guitarra y sus canciones, Bob con la armónica de acompañante. Dylan estaba en una etapa baja después de que ‘Down in the groove’ se convirtiese en su segundo fracaso consecutivo, aunque venía de volver a las listas de éxito junto a los Traveling Wilburys de George Harrison, Jeff Lynne, Roy Orbison y Tom Petty. Morrison, por el contrario, estaba en racha tras los aplausos recogidos por sus últimos trabajos (‘No Guru, No Method, No Teacher’ (1986), ‘Poetic Champions Compose’ (1987) y ‘Irish Heartbeat’ (1988).
Aquella tarde no estaban compitiendo, solo eran dos amigos visitando Atenas, tocando unas canciones, improvisando un rato. La voz de Morrison, la armónica de Dylan y el paisaje crean un ambiente especial en el que ‘Crazy Love’, ‘And it stoned me’, One irish rover’ y ‘Foreign window’ se convierten en algo más, en un regalo musical de dos hombres de carácter fuerte, ariscos y distantes que han firmado casi cien álbumes entre ambos y que una tarde de verano, junto al Mediterráneo, decidieron jugar a compartir canciones. A finales de los noventa Dylan invitó a Morrison a acompañarle durante su gira estival por EEUU. Aquella reunión sería otra historia, una menos mágica.
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