¿Sana discrepancia o deslealtad manifiesta?

Los líderes de los dos principales partidos no atraviesan sus mejores momentos.

El poder mayoritario y la oposición minoritaria les están desgastando por igual. A Rubalcaba le brotan compañeros que le piden acelerar el proceso de primarias. Hoy Rodríguez Ibarra ha reclamado un congreso y Susana Díaz ha evitado decir que Rubalcaba es el futuro del PSOE. En la otra orilla, el discurso sobre financiación, sobre Cataluña y la reacción ante la crisis y la corrupción han generado también voces disonantes. Hoy Vidal Cuadras, vicepresidente del Parlamento Europeo, ha convocado en un hotel de Madrid una reunión de críticos a Rajoy, por incumplir su programa, que no sabemos cómo acabará.

¿Estamos ante la manifestación de una sana discrepancia o ante una deslealtad manifiesta? En una democracia podría parecer una pregunta retórica de evidente respuesta. Pero la actitud de los núcleos duros de los partidos ante los díscolos, ignorándolos o apartándolos, y nuestra propia actitud, presentando cada debate interno como signo de debilidad del líder o de crisis del partido, demostrarían que no tenemos tan clara la cosa. Dicho lo cual, se puede discrepar...