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Antonio de la Torre: "Lo que más como son nalgas y me gusta que estén en su punto"

La Script visita el rodaje de 'Caníbal', lo nuevo del director Manuel Martín Cuenca

Su congelador está a rebosar, lleno de paquetitos de carne fileteada. Pero no le verás nunca en una carnicería. Lo que le gusta a Antonio de la Torre no se vende en tiendas, o por lo menos no de momento porque, después de la carne de caballo y de las sustancias fecales, vete tú a saber qué es lo siguiente...

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Antonio de la Torre ultima en Granada el rodaje de 'Caníbal', lo nuevo de Manuel Martín Cuenca, una historia sobre un sastre granadino que "hace el amor matando y comiendo". Actor y director son las "dos cabezas de este dragón descabezado" con mimbres de thriller intimista, son la cara y la cruz de una misma moneda, la contención máxima y la expresividad llevada al extremo. "Un día al principio del rodaje le tuve que decir a Antonio que en esta película no buscábamos la emoción sino el eco de la emoción". De hecho, el espectador no verá nunca la sangre, lo gore, los descuartizamientos, solo verá al sastre degustando uno de sus manjares.

"Me gusta la carne en su punto". La imagen habla por sí sola: Antonio de la Torre sentado frente a la mesa de su cocina, con un vaso lleno de vino y un plato sobre el que descansa con tristeza un filete a la plancha. "Creo que lo que más como son nalgas. Hablando con un carnicero, nos dijo que es la parte del cuerpo humano más tierna y de las que se pueden sacar más filetes". El objetivo del actor es "conseguir que la gente se crea que este tipo tiene una vida normal, que funciona, que trabaja, que tiene una clientela". Para ello, el malagueño ha estado haciendo dos cosas: aprender el oficio con Octavio Hernández, uno de los sastres más ilustres de la capital, y no juzgar al personaje porque si no va a ser "incapaz de interpretarlo".

Como viene siendo habitual en Martin Cuenca, el director vuelve a transitar por las orillas, por el precipicio, vuelve a moverse por las carreteras oscuras del ser humano. Debutó con la pederastia, se consagró con el incesto y ahora defiende su estatus de independiente con el canibalismo: "Te juro que me sale de una manera inconsciente". No lo dice con palabras porque no le hace falta, pero sabe perfectamente que su alergia a lo comercial se le nota a leguas: "Si hago una película que no es comercial y no me permite hacer más películas, mala suerte, es mi última".

Tener ojo para el talento ajeno es ya de por sí un talento. Martín Cuenca descubrió a María Valverde en 'La flaqueza del bolchevique' (Goya revelación en 2003) y a Nathalie Poza dos años después en 'Malas temporadas'. No es un director que suela repetir reparto. Aunque la excepción que confirma la regla es Antonio de la Torre, con quien ya trabajó en 'La mitad de Óscar' y a quien el éxito le ha llegado tarde pero, a tenor de cómo le están yendo las cosas, más vale tarde que nunca.

Es uno de los valores seguros de nuestro cine: "Si yo soy el actor de moda en este momento es que el momento está muy mal". El periodista de Canal Sur convertido en actor se fue con las manos vacías en la pasada edición de los premios Goya, a pesar de estar doblemente nominado ('Invasor' y 'Grupo 7'). Por eso y por su fama tardía, es plenamente consciente de los vaivenes de la profesión: "Psicológicamente me estoy preparando para cuando haya menos trabajo. De hecho, me estoy planteando parar un tiempo y pensar, porque pensar es un verbo que se conjuga poco y a veces es necesario hacerlo más".

<a name="despiece2"></a>La cara B de 'Caníbal'

Manuel Martín Cuenca es un director sin miedo, un fan de los experimentos, por eso en el rodaje de 'Caníbal' hay dos cámaras. Una, la principal, que es la que graba la película en sí. Y la otra, la experimental, que filma todo lo que ocurre alrededor del rodaje mientras se está desarrollando la acción argumental: un plano del cátering, de los periodistas visitantes, de las empedradas calles granadinas...El objetivo de esta dualidad no es hacer un making of con entrevistas a los protagonistas, con imágenes de lo que ocurre entre toma y toma. El objetivo de tanta cámara es montar un documental que capte el "sonido expectante" de un rodaje. Cada plano de 'Caníbal' tiene su contraplano, su cara B. Cuando se enciende la cámara principal lo hace también la experimental. Martín Cuenca quiere montar una "película paralela" en la que se vea la realidad sorda de un rodaje a la vez que se escuchan los diálogos de la película original, porque las imágenes de la cámara B no tienen sonido. Cuando el director grita '¡Acción!', la realidad enmudece.

 
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