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De la arquitectura de César Manrique a la belleza de Lanzarote

El documental 'Taro, el eco de Manrique' homenajea al artista y activista medioambiental en el 20º aniversario de su muerte

Cesar Manrique en una imagen de archivo pintando un BMW para una exposición

Cesar Manrique en una imagen de archivo pintando un BMW para una exposición

Lanzarote era el bombeador sanguíneo de César Manrique. Y el artista, el mejor embajador de la isla. Cuentan los que le conocieron que se ponía nervioso cuando no se apreciaba la enorme y extraña belleza lanzaroteña y que se le abrían las carnes cuando se referían a la isla como la "Cenicienta del archipiélago", por aquello de no tener más que piedras y camellos. De ahí, su incesante lucha por explicarle al mundo la perfecta y original armonía de este paisaje pedregoso, volcánico, marciano.

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El documental 'Taro, el eco de Manrique' homenajea al artista cuando se cumplen 20 años de su trágica muerte en un accidente de tráfico. Miguel G.Morales es el director: "No tuve la suerte de conocerle, pero he leído tanto sobre él que me da la sensación de que somos íntimos". La cinta, coproducida por TVE, la Televisión de Canarias y la Obra Social de CajaCanarias, acumula 6 candidaturas a los Goya, entre ellas las de mejor película documental y mejor dirección novel. El 10 de enero la Academia dará a conocer las nominaciones a los premios. Menos de un mes para despejar dudas y ver cuántas de estas candidaturas se convierten en nominaciones: "Es muy difícil estar entre los cuatro finalistas. Me conformo con dar a conocer la figura de este grande".

Manrique, como se dice en el documental, era un hombre de blancos y de negros. Pero no de grises. Un hombre que no se callaba y no se casaba con nadie. Un hedonista natural que transformaba lo desagradable en aprendizaje y éste, a su vez, en disfrute. Fue quizá esta capacidad innata para adaptarse a la realidad, y alejarse también del drama, la que le consagró como un artista en cierto modo incomprendido. Nació en Arrecife en 1919, en el seno de una familia de clase media. Después de la guerra, se graduó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Y, como se creía un "ciudadano del mundo", en los 60, pasó 4 años en Nueva York (y otros tantos antes recorriéndose el mundo). Pero, como buen boomerang, volvía siempre al mismo sitio: Lanzarote.

Se definía a sí mismo como un "contemporáneo del futuro". Y nunca mejor dicho, pues fue un visionario que denunció los peligros de la especulación inmobiliaria e hizo campaña contra los "mastodontes de hormigón" que por aquel entonces ya empezaban a comerse las costas españolas: "Menuda herencia que esta panda de burros les están dejando a las generaciones futuras". Por su activismo medioambiental recibió varios galardones, entre ellos el Premio Mundial de Ecología y Turismo en un momento, los años 70, en el que casi ni existía la palabra ecología. "Nos enseñó que otra Canarias era posible, mucho más moderna y universal", dice el director del documental Miguel G.Morales.

La naturaleza era su principal lucha social y su mayor fuente de inspiración. Una de sus obras arquitectónicas más famosas (también pintaba y esculpía) fue su primera casa, a la que llamó Taro, en referencia a las refugios que los pastores canarios se construían para pasar la noche. Taro, que acoge ahora la fundación que lleva su nombre, era más que una simple casa, "era una isla dentro de otra isla". Una casa espectáculo construíida en 1969 sobre cinco burbujas volcánicas en la que daba rienda suelta a su vocación hedonista. La carrera de Manrique no se entiende sin otras obras como Jameos del Agua o Jardín de Cactus.

Su talento traspasó fronteras. Alemania fue el país que mejor le entendió y mejor le trató. Quizá por la delantera ecológica que nos han llevado siempre. Sus obras hicieron las delicias de grandes personajes, no solo alemanes. El actor egipcio Omar Sharif ('Doctor Zhivago', 'Lawrence de Arabia') se enamoró de una casa construida por Manrique mientras rodaba en la isla con Juan Antonio Bardem. Las malas lenguas cuentan que el actor, aficionado al juego, perdió la casa en una partida de cartas.

El documental se estrenó de manera minoritaria en octubre en Canarias y está previsto que se distribuya en las salas el año que viene.

 
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