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EL SOUFFLÉ DE FALSARIUS

Bizcocho de dulce de leche

Claro, qué cachondo. Con la que está cayendo y ponte tú a hacer un bizcocho de esos que hacían las abuelas, batiendo huevos como locas y peleándose con un horno ardiente. Nada puede apetecer menos en días de bochornazo como estos que estamos teniendo.

Bizcocho de dulce de leche(FALSARIUS CHEF)

Y tú preguntarás ¿y por qué narices hay que ponerse a hacer un bizcocho? Hombre, obligatorio no es, pero lo que si apetece mucho en días así es echarse una buena siesta después de comer, aprovechando que es fin de semana. Y qué cosa más rica, ya metidos en vicios, que levantarse de la siesta y saber que tienes algún postre dulcecito y rico esperándote. Se aúnan dos placeres que deberían estar recogidos en la carta de Derechos Humanos. La siesta, invento hispano universalmente conocido, ya de por sí gozosa y reconfortante. Y los dulces, causantes de enlorzamientos abdominales y otros desajustes estéticos, pero siempre apetecibles y tentadores. ¿Y cómo podríamos solucionar esta inquietante contradicción entre calor y pereza por un lado, y gula pura y dura por otro? Pues bien, una vez más, la cocina impostora viene en nuestro auxilio. Vamos a hacer un bizcocho con dulce de leche, que es un escándalo de lo guapo y resultón, y de lo rico que queda, pero sin horno, sin sofocos y sin apenas curre. Un bizcocho con el que te salen las cuentas: se hace en dos minutos, y te dura toda la vida en la cintura. Un chollo.

Ingredientes: 1 bizcocho del súper (hay muchos, el mío era una coca), 1 bote de dulce de leche, vino dulce, 1 lata pequeña de melocotón en almíbar

Preparación: con un cuchillo de pan y mucho cuidado, cortamos en bizcocho por la mitad, porque lo vamos a rellenar. Separamos las dos partes, ponemos el vino dulce en un vaso y con una cucharita lo vamos poniendo sobre el bizcocho para que empape un poco. Y digo un poco, porque luego hay que volver a juntar las partes y si están muy mojadas se nos van a deshacer. Hecho esto, extendemos una capa de dulce de leche sobre la parte inferior del bizcocho (más o menos o menos gruesa, según nuestro glotona voracidad) la cubrimos con la capa superior y procedemos, con ayuda de una espátula o de un cuchillo, a recubrirlo todo con una fina capa de dulce de leche. Cortamos en lonchas finitas el melocotón en almíbar que teníamos y lo vamos poniendo por la parte superior. Lo guardamos en la nevera para que esté fresquito cuando nos levantemos de la siesta.

 
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