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Descubriendo a John Lee Hooker

Podría haber sido una gélida calle de Nueva York, pero era Madrid. Silbaba el viento, coño, hacía frío. Entré en la tienda. Allí me sentía tranquilo, rodeado de discos. En compañía de un viejo rockero repleto de conocimientos. Eran otros tiempos. Le pedí algo nuevo. Un inicio en otro género. Charlamos un rato. Y no recuerdo cómo aquella palabra salió de mi boca. “Blues”. No creo que en aquel momento fuese consciente de lo que esa palabra iba a desencadenar en mí. Tampoco pensé en ello la primera vez que pise la Beale Street de Memphis.

Tras media hora me quedé con un disco. Sólo uno. Ya saben, era lo que tenían las pesetas, las compras se hacían de una en una y semanales. John Lee Hooker (1917-2001). No había oído ese nombre en mi vida. Sonó bien en mi cabeza. "The Best with Friends". Me gusta la gente que se rodea de sus amigos. Produce un tal Van Morrison. Desde mi más profunda ignorancia pensé que sería un primo de Jim. Era joven.

Hoy lo miro en mi mesilla. Cuántas vueltas ha dado. Decenas de casas, muchos coches, demasiadas manos. Sorprendentemente siempre volvía a mí, a casa. Entonces no conocía a muchos de los amigos de John. Hoy también son amigos míos. Charles Brown, Eric Clapton, Ry Cooder, Robert Cray, Ben Harper, Los Lobos, Bonnie Raitt, Santana, Ike Turner. Y Van Morrison. Clapton abre el disco con "Boogie Chillen". Empecé a moverme, poco a poco. "This is hip". Pensé que otro mundo era posible. Santana se luce en "The Healer". Sentía la música dentro. Esos riffs con el eco mustio de Hooker me transportaban. Desde las primeras notas supe que "I cover the waterfront" me iba gustar. Esa fue la primera vez que comprendí lo que significaba el Blues. Cuando a los dos minutos de canción arrancó Morrison me deje llevar. No opuse más resistencia.

"Boom boom". La otra cara del blues. Más agitado y convulso. Genial la guitara, cambio de tercio. Eso era ritmo. Bonnie Raitt me volvió loco en "I´m in the mood", Ben Harper en "Burning hell". Luego "Tupelo", "Baby Lee". Noté la mano de Los Lobos en "Dimples" que empieza con “Me encanta la manera que tienes de andar, me vuelve loca tu forma de andar, me encanta verte andar, eres mi chica, tengo mis ojos en ti”.

Se acercaba el final de un disco que nunca había oído, un álbum que me enseñó a escuchar. Santana vuelve en "Chill out". Esa guitarra era la suya. Seguro. "Big legs, tight skirt". Puro blues. Magia. Sexualidad y sensualidad. Se había hecho de noche. No me había dado cuenta. Se había puesto a llover. Faltaba una. Sólo una. Años después un viejo irlandés me dijo en un bar que siempre que cantaba Van Morrison llovía. Y el tiempo se paró. Juraría que podía ver las gotas de lluvia suspendidas en el cielo. "Don't look back". El final. John y Van. Dos amigos cantando como dos amigos. Una canción preciosa, diferente, sentida. Un dueto verdadero, me gusta esa palabra, verdadero. La canción se va terminando y las voces de van alejando. Poco a poco. John susurrando, Van replicando. Helando la sangre. De pronto escucho, “Diría algo. Si pudiera”.

El disco terminó. Reinó el silencio. Me fui a dormir. Hace diez años de aquel día. El día en que Madrid no fue Nueva York. El día que descubrí a John Lee Hooker.

 
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