Danyé Decoración: artesanía desde el sur de África

Pamplona

La empresaria navarra Cristina Ilzarbe, fundadora y responsable de Danyé Decoración, se encuentra estos días de marzo de viaje por varios países del centro y sur de África. Esuatini -la antigua Suazilandia-, Sudáfrica y Zimbabue son sus destinos. Cristina no se ha marchado a hacer turismo sino a visitar a las personas, la mayoría de ellas mujeres, que elaboran los productos artesanos que ella importa a Navarra para luego exportar en su mayoría a países europeos y también a América o Asia. Todos los años viaja al menos una vez a África para mantener el contacto personal con estas comunidades indígenas que elaboran los encargos de estos "productos de decoración de calidad hechos a mano". Una red compuesta por más de 2.000 artesanos.

"Trabajo con mujeres artesanas en el sur de África. Importo grandes volúmenes para una microempresa como es la mía; traemos aquí el producto y vendemos a tiendas de decoración, hoteles o restaurantes", explica Ilzarbe en una nueva edición de La Ventana de la Empresa navarra. ¿Cómo se lanzó a crear una empresa como Danyé Decoración? "La idea", explica, "era ayudar a gente que trabaja de forma artesanal pero en zonas muy remotas, en países subdesarrollados; ellos por sí mismos son incapaces de poder traer aquí un producto que es bonito, que tiene valor; es una pena que no se conozca, que no se valore y que no se venda. Con esa idea empecé a buscar. Me gustaba el sector de la decoración", explica esta emprendedora que estudió Derecho y que cuenta con formación empresarial. Hasta el año 2006, cuando fundó Danyé, la vida profesional de Ilzarbe había discurrido por otros derroteros que nada tenían que ver con este proyecto. "Empecé a buscar y tras ver muchos productos, me llamaron mucho la atención unas velas que se hacían a manos en la antigua Suazilandia, muy al sur de África. Yo desconocía ese país, pero las velas se hacían allí así que quise empezar a trabajar con ellos y fui a visitarles".

Artesanía en los poblados

Así comenzó la relación con comunidades africanas que elaboran además de velas, marcos de maderas recuperadas, muchos productos de cestería, bajoplatos, alfombras, cortinas o lámparas. Muchos de los productos están fabricados con especies vegetales locales, hierbas autóctonas o las hojas de palma que se obtienen en Zimbabue. Y son las mujeres de esas comunidades las que ejecutan manualmente esos encargos. "Ellas valoran muchísimo el poder trabajar y lo agradecen. Viven en zonas remotas rurales, en sus pequeñas casas familiares. Son zonas bastante pobres; a menudo ellas no conocen más allá del área de su comunidad y no van a la ciudad. Son zonas aisladas, el transporte público no llega allá y tienen que caminar bastantes kilómetros para poder montar en una de las furgonetas que prestan ese servicio".

En medio de esa situación de aislamiento de los entornos urbanos, la mentalidad de estas trabajadoras poco tiene que ver con el mundo occidental. "Es complicado", reconoce Ilzarbe. "Su concepto del tiempo nada tiene que ver con el nuestro. Nosotros vivimos estresados por los plazos, las fechas de entrega, y ellas se lo toman con mucha más calma. Les cuesta mucho hablar de plazos. Trabajan con mucha calidad y necesitan tiempo para fabricar sus productos. Es verdad que son culturas diferentes y tratamos de conciliar porque nos motivamos mutuamente. Ellas están contentas porque pueden trabajar y yo también porque vendemos sus productos".

Además hay que superar dificultades logísticas y trámites en las aduanas para importar estos productos artesanos, que llegan sobre todo por vía aérea a Navarra. "Hay muchas complicaciones. Como vienen de países con los que no hay mucho tráfico comercial, las aduanas parece que tienen más sospechas y he tenido muchos problemas cuando llegan aquí, a España". Y tras la importación de estas manufacturas, la intermediación que hace Cristina Ilzarbe se completa con la exportación: "Existe un mercado interesante en Europa y también fuera" del Viejo Continente para estos productos. "Exportamos alrededor de un 60%. Vendemos mucho en países como Francia, Bélgica, Italia, Inglaterra, Alemania...". Matiza que estos artículos decorativos no responden a un "concepto superétnico; más bien, estos productos naturales encajan mucho con el concepto mediterráneo de decoración con tonos naturales y hechos a mano". Productos que acaban decorando espacios como restaurantes y hoteles y que se distribuyen también a través de tiendas de decoración.

Cristina Ilzarbe admite que en su sector "este es un momento de incertidumbre. Con la pandemia vendimos muy bien; todo el mundo estaba en sus casas y se dio cuenta de que necesitaba producto para sus hogares. Hoy el consumo se dirige más al ocio. Notamos más incertidumbre pero también es cierto que se abren nuevas oportunidades, mercados y clientes".