Juantxo Montoya se despide del kiliki Verrugas: "He procurado darle un carácter bonachón"

Pamplona

Este pasado 7 de julio Juantxo Montoya sabía que, para él, no iba a ser un San Fermín más. Este día grande de Pamplona se ha convertido, en este 2022, en el último en el que este rochapeano afincado en Madrid, directivo de empresas del sector del transporte público por carretera, porta la cabeza y, sobre todo, da carácter y pone el alma a "Verrugas" después de 40 años en la tarea. "Verrugas" es uno de los kilikis que integran la corte que acompaña de los Gigantes en la Comparsa de Pamplona. Y los kilikis tienen una especial relación de afecto, mezclado con miedo, para la chavalería de Pamplona. Los niños y niñas temen los 'botanazos' de los kilikis y a la vez, desean su divertida amenaza. Les tientan, les llaman por su nombre tratando de atraer su atención para salir a la carrera. También los mayores se llevan los suyo, a menudo sorprendidos por los zaborrazos que propinan los kilikis.

Verrugas es el nombre de uno de estos kilikis, quizá uno de los más queridos por los niños, con permiso de Caravinagre. A Verrugas le conoce muy bien tras darle vida durante 40 años Juantxo Montoya, que empezó en 1983 cuando era un adolescente y ahora, rebasado el ecuador de la cincuentena, decide que ya es hora de que le den el relevo en esta grata pero, físicamente, dura tarea. Y es que Montoya quiere disfrutar de otros ángulos las mañanas sanfermineras, que son mucho más que la Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Cuenta que cada kiliki tiene su personalidad y él ha querido cultivar una imagen, un espíritu "bonachón", para que los peques se vayan acostumbrando a estas figuras. Montoya, echa cuentas y entre días de San Fermín -nueve por año- más algunas otras ceremonias del calendario pamplonés como San Saturnino, ha completado año y medio de su vida en la tarea de encarnar a Verrugón. Este siete de julio, día de San Fermín, fue un día de sensaciones muy especiales para Montoya que no paró de hacerse fotos y de repartir saludos con la chavalería y los adultos que acudieron a la procesión del Santo. Aunque la mayoría de los que se hacían selfis con el Verrugas no supieran a quién tenía en la cabeza, pero eso importa poco. Lo bueno es que Verrugas seguía repartiendo cariño y 'botanazos'.