Obligan a un hombre de 80 años a derribar su oasis de paz en 30 días y echa el resto para evitar la demolición
El lugar donde encuentra sus momentos más relajantes lo han puesto en jaque
Imagen de archivo de una cabaña en el campo / DieterMeyrl
A veces, las personas simplemente necesitan pequeñas cosas para ser felices. Estar con la familia y con los amigos en un rincón medio escondido pasando un rato agradable de charla o compartiendo aficiones es más que suficiente, sin necesidad de ostentación, un gasto enorme o irte demasiado lejos para poder disfrutar. Porque los mejores momentos, casi siempre, se encuentran en las pequeñas cosas, en los momentos menos planificados.
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Así, los seres humanos buscamos tener ese momento de paz, de relajación, ese que les dé una carga de pilas especial basado en el descanso y una pequeña interacción que los libere del estrés de los quehaceres y huir de la dura carga de la rutina. En un tiempo en el que problemas como la ansiedad y el estrés están tan presentes, esas vías de escape se hacen absolutamente imprescindibles para una correcta salud mental.
Quizá un rato en un banco de tu barrio, un paseo por el campo, una simple quedada en una esquina o ir a algún sitio en el que puedas llevar a cabo lo que más te llena. Quizá es el deporte, las manualidades, conversar o la religión, eso ya para cada cual es diferente, muy personal, y cuando se encuentra es liberador... aunque a veces agentes externos pueden lastrar todo lo que has tenido en tu mano durante mucho tiempo. Ese es el motivo de esta historia, la de un hombre de 80 años que está luchando por no perder su oasis de paz.
Una lucha por la paz personal
Hace unos 45 años, un hombre levantó una cabaña de madera y un estanque de agua de lluvia con una pequeña cueva en la que puso una Virgen en su interior. Era su lugar especial de relajación, pero seis años después la zona, que está en un bosque, fue sometida a restricciones paisajísticas al ser incluida en el Parque Regional del Valle de Lambro (Italia), lo que ha ocasionado que ahora el Ayuntamiento de Briosco haya mandado derribar todo esto, según explica en Il Giorno.
El propietario es un jubilado de 80 años que se juntaba en este lugar con compañeros para pasar un rato agradable en la naturaleza, sentados en sillas frente a una mesa, mientras que aprovechaban también para rezar, pero ahora todo esto se va al traste por la ordenanza municipal, que determina que todo esto está construido, realmente, en el terreno adyacente que no pertenece al que es de su propiedad. Según el medio, han dado 30 días para retirarlo todo o será destruido.
Recibirá una orden de demolición con un informe de las autoridades judiciales. Al parecer, la disposición municipal ha sido adoptada "tras un informe de la Entidad del Parque Regional del Valle del Lambro", que considera estas construcciones como "obras ilegales" por la restricción paisajística que "prohíbe cualquier forma de construcción". Ha sido un jarro de agua fría, pero el señor no se da por vencido y ha presentado un recurso ante el Tribunal Administrativo Regional de Lombardía por creer que todo esto no es legítimo.
