Descubren que el problema de los coches eléctricos no es solo el litio: falta otro elemento
Con la demanda que hay y la que se espera, se estiman dificultades en las materias primas
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Tecnología de un coche eléctrico / sefa ozel
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El mercado de los coches eléctricos está creciendo una barbaridad. Cada vez son más vehículos de este tipo e híbridos los que se ven circulando por las calles, lo que hace que su producción tenga que ser mayor, con la correspondiente necesidad de materiales que estos llevan. En un primer momento, lo que se puede pensar que es más complicado de satisfacer y que más necesitan es el litio.
Este se utiliza para las baterías, que son claves para el buen funcionamiento de este tipo de automóviles, pero realmente hay otra materia que es muy abundante en ellos y que va a suponer un quebradero de cabeza en los años venideros. No es otra que el cobre, por la gran cantidad que llevan en sus componentes. Mientras que un coche de combustión se estima que puede cargar unos 23 kilogramos de este metal, en híbridos y eléctricos estos números se disparan.
La Asociación Internacional del Cobre apunta que los mixtos llevan 40 y 60 kilogramos en los híbridos e híbridos enchufables, respectivamente, mientras que en un vehículo 100% eléctrico la cifra se eleva hasta los 83 kg. Además, a estos hay que unirles los cargadores, que también llevan cobre, entre 700 gramos y ocho kilos en el caso de los aparatos de carga rápida. Conociendo esto y las estimaciones del volumen de ventas en los próximos años, se augura un problema serio.
Problemas con el cobre
En el mismo informe de la Asociación Internacional del Cobre hablan de que en 2017 había unos tres millones de vehículos eléctricos e híbridos, mientras que las previsiones para 2027 son que este número ascenderá hasta los 27 millones. ¿Y cómo se traduce esto en el material con el que trabajan? Pues que se gastará 10 veces más de cobre. Se pasará de las 185.000 toneladas de cobre para transportes en 2017 a los 1,74 millones de toneladas que harán falta una década después.
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Esto supone un problema de facto que se une al del litio, ya que se va a tener que extraer muchísima más cantidad de los dos materiales. Y el problema no es que no haya, sino que la extracción es bastante complicada. No se pueden abrir minas así como así. Según los expertos, de media se tardan unos 23 años desde que se descubre un yacimiento de cobre hasta que comienza a activarse su extracción, unos tiempos que no se corresponden con la aceleración de la demanda que hay y que se espera.
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Mina de cobre / Steve Proehl
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Mina de cobre / Steve Proehl
Además, a todo ello hay que añadirle las normativas e iniciativas verdes de preservación del medioambiente, por lo que todo se complica aún más en la explotación de recursos. Los datos son escandalosos, como señala el estudio publicado por el Foro Internacional de Energía (IEF) que se titula 'Minería de cobre y electrificación de vehículos', y es que para cubrir las necesidades de cobre hasta 2050 habría que aumentar la producción un 115% en comparación a lo explotado hasta 2018.
¿Qué quiere decir esto? Que en 32 años (de 2018 a 2050) habría que sacar 260 millones de toneladas, más de lo que se ha producido en toda la historia. Además, en la IEF manejan varias hipótesis, como que en el mundo predominaran los vehículos eléctricos, por lo que las cifras en ese mismo periodo deberían de ascender a los 404 millones de toneladas, mientras que en el escenario más extremo de todos, si queremos alcanzar la neutralidad de carbono, serían necesarios 1.460 millones de toneladas entre 2018 y 2050. Sin duda, hay un problema a la vista.