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Ha estudiado a más de 200 niños y los más exitosos coinciden con padres que inculcan estos 9 valores

Una experta ha plasmado en un artículo los resultados de sus estudios

Padre e hijo / Anadolu

Padre e hijo

El punto de inflexión más grande que puede tener una persona es el momento en el que tiene hijos. Su vida cambia por completo, rutinas, horarios, prioridades y un largo etcétera debido a la gran responsabilidad que es saber que hay un ser humano que depende enteramente de ti y que puedes permitirte pocas salidas de un contexto más o menos serio.

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Y es que no es solo en sus primeros meses de vida, cuando hay que estar pendientes de ellos las 24 horas del día, sino que cuando van adquiriendo más independencia también hay que solucionar muchísimos aspectos de su existencia. Entre ellos, la educación, la cual no va solo del tema académico, que también, si no que es una tarea presente a cada hora.

De esta forma, que nuestros hijos tengan todas las posibilidades que estén a su alcance depende en gran medida de lo que les transfiramos, porque su personalidad se va formando día a día y moldeando no solo por cómo los tratemos, sino por lo que puedan recibir viendo a sus papás actuar. Es todo muy complejo, no cabe duda, y aunque no hay que asustarse sí que siempre deben de estar presentes estas premisas. Así pues, hay expertos que nos ayudan a cómo mejorar como personas y padres.

Madre e hijo

Madre e hijo / Addictive Stock

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Madre e hijo / Addictive Stock

Valores de niños exitosos

La coach certificada en Crianza Consciente Reem Raouda publicó un artículo en la web de CNBC en la que cuenta los resultados obtenidos después de analizar 200 relaciones entre padres e hijos. "Cuando pensamos en niños exitosos, muchos de nosotros imaginamos estudiantes con calificaciones sobresalientes, trofeos deportivos y cartas de aceptación universitaria", comienza diciendo, pero tras sus estudios asegura que "el verdadero éxito tiene más que ver con criar niños confiados, emocionalmente seguros y profundamente conectados consigo mismos y con el mundo que los rodea".

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"Los padres que realmente entendieron esto, adoptaron estrategias a veces poco convencionales que priorizaban la curiosidad, el amor por el aprendizaje y la inteligencia emocional por sobre las expectativas sociales", escribe, para después dar paso a las nueve cosas que hicieron de manera diferente al principio:

  1. Trabajaron en sí mismos. Los padres comprendieron que "su comportamiento influiría en el nivel de resiliencia de sus hijos", por lo que en vez de preocuparse en demasía por las reacciones de los pequeños, trabajaron en su propia "fortaleza mental y emocional al ser conscientes de cómo manejaban el estrés frente a sus hijos".
  2. No dijeron siempre "¡buen trabajo!". Sustituyeron esta expresión por frases como "deberías estar muy orgulloso de ti mismo" o "trabajaste muy duro en esto, ¿cómo te sientes?". Y es que, aunque la otra no es contraproducente ni nada por el estilo, no fomenta "la motivación intrínseca", mientras que con las que se sustituyeron consiguen "ayudar a sus hijos a enorgullecerse de sus propios logros".
  3. Se centraron en la relación con su hijo. Para que se sintieran valorados, comprometidos y seguros, dedicaron "tiempo de calidad, escucha activa y experiencias compartidas". "Esto también fomentó la confianza del niño para asumir riesgos y prosperar", explica Raouda.
  4. Sin castigos. Estos pueden llevar a "resentimiento y desconexión", así que "permitieron que las consecuencias naturales enseñaran lecciones". Para explicar este punto, la experta pone un ejemplo práctico: "Si un niño se olvidaba de hacer sus deberes, tenía que explicárselos a su profesor, lo que le brindaba la oportunidad de aprender a ser responsable y a resolver problemas. Este enfoque fomentaba la responsabilidad y la resiliencia".
  5. No recompensaron el rendimiento académico. No le dieron más importancia de la necesaria a las notas, sino que fomentaron la idea de que lo importante es el aprendizaje para que valoraran lo bueno que es eso y saliera por sí mismos con gusto, no por algún premio. "Mantuvieron el foco en el crecimiento y dejaron en claro que las notas no definían su valor".
  6. Valoraban más las preguntas que las respuestas. En vez de dar excesivos estímulos positivos por que conocieran algo, "animaron a sus hijos a preguntar 'por qué' y 'cómo'". Este, asegura, es el mejor método para fomentar la curiosidad "y les dio a sus hijos la confianza para desafiar el statu quo, rasgos clave de los futuros líderes".
  7. Aprender de los hijos. "Ya sea que estuvieran resolviendo un problema de matemáticas o explicando un juego favorito, estos momentos les dieron a los niños un sentido de importancia", de esta forma, los niños se sentían importantes, confiaban en sus habilidades de sus hijos y reforzaban su autoestima.
  8. Fomentar la lectura diaria. Sin que fuera una imposición, lograron que se convirtiera en un hábito que les gustara, inculcándoles que leer es "una parte natural y agradable de su mundo", fomentando así la creatividad y el gusto por el aprendizaje como base para que les sirviera toda la vida. Todo ello sin que fuera una simple tarea a realizar, sino como un entretenimiento.
  9. Enseñar a aceptar sus emociones. Hicieron entender a sus hijos que las emociones no son algo que haya que evitar, sino que son valiosas. Una vez más, puso un ejemplo de una situación concreta: "Cuando su hijo se enfadaba después de perder un partido, tal vez le dijeran: 'Veo lo mucho que esto te importa. Es difícil perder algo que te importa'. Esta simple validación ayudó a su hijo a procesar las emociones y a desarrollar resiliencia".
 
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