"Gustosa de hacerlo hasta que aparecieron la altivez y las pocas ganas de dar explicaciones": Ángeles Caballero desgrana la comparecencia de Cospedal en el Congreso

Madrid

Apareció regia, con esa apariencia suya de siempre, la de la mujer que no se altera, pero que al mismo tiempo parece que jamás se relaja. Es María Dolores de Cospedal, abogada del Estado, la que fue consejera de Obras Públicas y Transporte con Esperanza Aguirre, la que rompió el techo de hormigón del socialismo en Castilla-La Mancha. Ministra de Defensa, secretaria general del Partido Popular y candidata a presidir su partido. Cuentan que antes de llegar al Palacio de Fuensalida, sede del gobierno castellanomanchego, un dirigente del PSOE le dijo al entonces todopoderoso Cardenal Cañizares: "¿Vais a permitir que la candidata del PP sea una madre soltera?".

Dicen de ella que con los años ha construido una coraza de titanio, que siempre ha sido perfeccionista hasta el extremo. Ayer compareció, dijo ella, "gustosa" de hacerlo. Hasta que empezaron las preguntas y asomó la altivez y las pocas ganas de dar explicaciones. "No escucho esa emisora", respondió cuando le preguntaron su opinión acerca de los audios emitidos por Rac1 de sus conversaciones con el excomisario Villarejo. Es una mujer que no quiere perder las formas ni los estribos, aunque luego en esas conversaciones privadas -con esa frase "joder, es la bomba"- le salga, como a todas, el barrio que llevamos dentro.

"Hace tiempo que no leo sobre este asunto ni lo pienso volver a hacer", dice. Quiere hacer borrón y cuenta nueva, hacer como que nada de esto ha pasado. Todo esto de lo que usted me habla, eso a lo que llaman operación Cataluña, es ficción, señoría. Quién le dice, diputado, si esos audios no son editados, si ha fallado la cadena de custodia. "Me fio más de mi memoria que de una grabación que puede estar manipulada", dijo. Le faltó añadir que igual todo esto, como decía el personaje de Noemí Argüelles en Paquita Salas, es culpa de una cuenta hackeada por un "jarquer turco".

Correosa e incómoda, especialmente con las diputadas Belarra y Vidal, quiere dejar claro que esto ya no va con ella, que la dejen en paz, que bastante tiene. Y lo que resulta alucinante es que quiera hacernos creer que no sabía nada, que lo suyo era tan solo reunirse con un señor jubilado de vez en cuando, como mucho -dijo- cinco minutos, para charlar de sus cosas. "Hicimos lo que hicimos, humildemente, un trabajo que cambió la historia de Catalunya. De 62 a 50, creo que fue positivo", comenta Villarejo. De 62 a 50. Y ahora la que lo dice soy yo: Joder, María Dolores, es la bomba.