Turquía, el aliado incómodo de Occidente
La posición estratégica de Turquía la convierte en el aliado incómodo de occidente. La detención del alcalde opositor de Estambul prueba su deriva autoritaria a la vez que Erdogan se acerca más a la UE

Miles de turcos llevan desde el miércoles protestando frente al Ayuntamiento de Estambul contra el arresto del alcalde de la ciudad turca. Ekrem Imamoglu es el principal opositor al presidente Recep Tayyip Erdogan, quien ha respondido con la prohibición de manifestaciones, una medida sin precedentes en décadas.
Las últimas elecciones locales celebradas en Turquía habían supuesto un punto de inflexión para Imamoglu tras la victoria de la oposición en las ciudades más importantes y en el cómputo total de la nación. De cara a las elecciones de 2028, el alcalde, candidato del Partido Popular Republicano (CHP), partía como favorito. Solo hace un mes que se presentó a las primarias del partido opositor y este mismo domingo estaba previsto que se confirmara su candidatura.
Su arresto, en la madrugada del miércoles, por presunta "corrupción y vínculos terroristas", es el último acontecimiento que cuestiona la vigencia del Estado de Derecho en Turquía y la deriva autoritaria de una nación bajo el estricto control de Recep Tayyip Erdogan. “Lo hemos visto ya en muchísimos casos en los que se ha perseguido, se ha detenido, incluso se ha vetado de la política a figuras relevantes y rivales de Erdogan”, señala el periodista y analista internacional Javier Biosca. “Erdogan ha dejado ver que la independencia judicial real no existe”.
Biosca recuerda que una persecución similar se ha producido también con líderes del partido prokurdo como Selahattin Demirtas. “Cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se pronunciaba exigiendo la liberación de Demirtas, el día en que se le iba a liberar, le caían unos cargos nuevos y le volvían a encarcelar”, explica el periodista.
La deriva autoritaria de Erdogan frente a sus críticos tiene como punto de partida el golpe de Estado fallido de 2016, del que se dijo que fue un autogolpe. Pero hubo algunos antecedentes, como señala Biosca en su libro ‘Sentirán el aliento de Turquía en la nuca’. La persecución al movimiento prokurdo empezó en 2015 cuando Erdogan vio amenazada su mayoría absoluta en el Parlamento por primera vez. Pero también se vieron indicios tras la ruptura con sus antiguos aliados del movimiento religioso civil de Fetullah Gülen. El movimiento Gülen, que promueve un islamismo moderado, coincidía en un principio con la visión de Erdogan en su etapa más moderada al inicio de su carrera política, explica Biosca. Además, por entonces, ambos “tenían como enemigo común a la élite laica de Turquía”. Pero las luchas internas de poder a partir de 2011 provocan su ruptura y “una guerra brutal en la que Erdogan pretende aplastar o eliminar directamente al movimiento Gülen acusándolo de organización terrorista”.
Muchos analistas definen a Erdogan como “un Atatürk anti Atatürk”, asegura el analista. El expresidente del país euro-asiático, Mustafa Kemal Atatürk, creó un Estado moderno “dando la vuelta a los cimientos sobre los que se levantaba el Imperio Otomano”, y lo hizo “de una manera vertical, imponiendo su visión”, recuerda. Erdogán ha revertido todo eso, pero “utilizando las mismas tácticas de arriba abajo”.
Occidente está condenada a entenderse con la Turquía de Erdogan porque es una nación clave para la OTAN, para la Unión Europea. Es el aliado incómodo, más aún en el contexto actual tras el giro de Estados Unidos con Donald Trump en el poder. “Erdogan se ha erigido como el salvador del continente europeo, como un socio fundamental y esencial para la nueva arquitectura de defensa de Europa e incluso ha exigido a la Unión Europea retomar las negociaciones para la adhesión a la Unión Europea”, señala Biosca.
Erosión de la democracia en Europa
Los datos que se desprenden del informe anual que realiza la organización Liberties, el principal termómetro de la salud de las democracias europeas, no son positivos.
De Hungría apuntan que es “una autocracia con elecciones" en la misma semana en la que Viktor Orban ha culminado su ofensiva contra los derechos de la población LGTBI. Pero el informe señala a cinco países más como los causantes de la recesión democrática de los últimos meses en Europa. Entre ellos Italia, a quien señala, por ejemplo, por la falta de independencia de los jueces o de los medios de comunicación públicos.
Otro de los señalados es Rumanía, en plena crisis política y social después de que se vayan a tener que repetir las elecciones presidenciales por la injerencia rusa en las celebradas ya a finales del año pasado y en las que por causa de esa influencia, sobre todo en las redes sociales, acabó venciendo un candidato neonazi.
El texto también habla de España, que “no ha reformado adecuadamente su sistema judicial, que mantiene estructuras heredadas de su dictadura”. Argumenta, por tanto, que no hay un nivel adecuado de independencia judicial, señala que la corrupción es un problema sistémico que afecta incluso la monarquía, y recuerda la vigencia aún de la Ley Mordaza. Sobre este punto describe lo que considera “actitudes regresivas que menoscaban los derechos civiles” en nuestro país.
El informe señala problemas semejantes en otros grandes países de Europa. Por ejemplo, en Francia, donde describe las restricciones excesivas durante los momentos previos a los Juegos Olímpicos de París, o en Alemania, donde se alerta por la represión contra manifestantes propalestinos.