Como en la guerrilla
Ucrania responde a los continuos bombardeos rusos con una habilidad sorprendente.

Madrid
Ahora ha explosionado con un modesto aparato parte de un aeropuerto militar ruso muy importante, donde se congregan los aviones más grandes. Ha provocado daños en la infraestructura y personales. Lo más extraordinario es que lo ha hecho con un dron activado desde su suelo, a 700 kilómetros en el interior de Rusia. No es una broma. Es la misma distancia en línea recta que separa a Barcelona de Córdoba. Un largo trecho.
Ha demostrado eficacia y una extraña incapacidad del Kremlin para activar sus defensas antiaéreas, antimisiles o antidrones. Estos son artefactos voladores teledirigidos de bajo coste, casi juguetes y con gran capacidad destructiva en relación a la escasa carga que acarrean.
Mientras, los dirigentes europeos debaten un Libro Blanco sobre la defensa que entre otras cosas subraya la extraordinaria capacidad y habilidad militares del país resistente a la invasión.
Hay más. Los soldados de infantería y artillería de Zelenski incorporan técnicas de guerra de guerrillas: acciones rápidas, sorprendentes, efímeras, que enervan al rival. Usan y transforman instrumentos a veces elementales. Incorporan tecnología in situ, mediante remedios en talleres efímeros sobre el campo de batalla. Ucrania no es exactamente Vietnam, pero algunos elementos de inventiva y sofisticación lo recuerdan. Y las fuerzas rusas, pesadas, lentas, canónicas, se siguen pareciendo a las de la Unión Soviética como dos gotas de agua. Pero con menores motivos y menos motivación.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...