Padre
Hoy es el Día del Padre, una fiesta que, paradójicamente, se celebra en honor de un santo varón que no fue técnicamente padre, sino “padre putativo”

Madrid
Hoy es el Día del Padre, una fiesta que, paradójicamente, se celebra en honor de un santo varón que no fue técnicamente padre, sino “padre putativo”, un concepto que generó el hipocorístico Pepe, con el que llamamos cariñosamente a los Josés. Y todo por influencia de una religión que llama padres a sus sacerdotes y papa a su máximo líder, a pesar de que, en principio, sólo en principio, no deberían ser padres.
Aunque tengamos precarios conocimientos de latín, casi todos sabemos que 'padre' viene del 'pater' latino. Una raíz culta que, en una sociedad gobernada por hombres, se mantuvo para nombrar a patricios y patriarcas, a la patria y al patrimonio. La raíz castellana dio padrinos y padrazos. También usamos padre para nombrar a un creador innovador cuando, por ejemplo, decimos que “Cervantes fue el padre de la novela moderna”. O cuando nos referimos genéricamente a nuestros antepasados y hablamos de “la España de nuestros padres”. En México lo usan para nombrar algo muy grande o estupendo, sea un escándalo o una fiesta padre. Y, por si fuera poco, tienen también el superlativo padrísimo, para lo que a este lado del Atlántico decimos que ha sido “de padre y muy señor mío”. También de América tenemos 'apá' o 'pa', sinónimos de viejo, papi o papá.
Y, por cierto, no quiero quitar la ilusión a nadie en día tan señalado, pero cuando nuestros bebés, mirándonos cariñosamente, pronuncian por primera vez papá y mamá, no nos están identificando, solo juguetean con las primeras consonantes bilabiales, las más fáciles de pronunciar. Sé que alguno, con irritación y enojo, me dirá "¡Tu padre!" Pero oye, lingüísticamente no somos más que una onomatopeya, las cosas son como son...