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Málaga 2025 | El cine español mira al campo sin romanticismos y le da su lugar a las mujeres rurales

Dos de las películas de la sección oficial están ambientadas en entornos agrarios. Alberto Morais ofrece una especie de 'As bestas' valenciano y más de autor con Sergi López y Laia Marull y la debutante Gala Gracia explora el duelo y la herencia de una granja de ovejas con Laia Manzanares y Ángela Cervantes

Sergi López y Laia Marull en 'La terra baja'

Sergi López y Laia Marull en 'La terra baja'

Málaga

Desde los inicios del cine en nuestro país, el campo fue una realidad que abarcó historias de distinto tipo, pero donde los dramas rurales destacaron de manera considerable. Un género muy concreto en el que la historia está narrada en un contexto campesino con un código moral muy estricto y donde sucede un conflicto que los personajes deben resolver. La aldea maldita de Florián Rey, Surcos, que empezaba en el campo y llegaba a la ciudad, Los santos inocentes. Después, con la transición, el rural fue una manera de explorar las huellas de un franquismo que no se desmanteló del todo, como reflejó José Luis Borau en Furtivos, película que cumple 50 años y que ha sido homenajeada en este Festival de Málaga, justo cuando en sección oficial conviven dos dramas rurales que muestran sin idealizaciones la vida en el campo. Son Terra negra, de Alberto Morais y Lo que queda de ti, de la debutante Gala Gracia.

El director vallisoletano, que lleva un tiempo afincado en Valencia, retrata el campo valenciano en La Terra negra, un retrato de la avaricia y las dinámicas violentas en la convivencia entre vecinos. Con un espíritu similar al de As bestas, pero con una mirada más autoral y alejada del thriller, el director cuenta la presión que enfrentan dos hermanos, Laia Marull y Andrés Gertrudix, tras heredar las tierras de su padre. Los vecinos, amigos y conocidos de toda la vida, quieren comprarlas, pero la hija se niega, y comienza el acoso y la violencia, primero sutil, después directa. Para colmo, los hermanos contratan a un tipo para que ayude en las tierras, que resulta ser un expresidiario, Sergi López, que entabla una relación casi mística con la protagonista.

"Entre ellos se genera una relación de admiración mutua, de compañerismo, no tanto una relación sexual o de amor, sino un compañerismo. Se se ven reflejados el uno en el otro. Es una relación especular. Y eso ayuda en gran medida a que la película tenga cierta estructura de réquiem, a que uno de los dos se queme vivo para que la otra persona pueda ser liberada”, cuenta el director sobre el personaje que más alegorías tiene con la religión, pues debe sacrificarse para que los demás se liberen. Con esa metáfora empieza la película y el cuadro del 'Cordero de Dios' de Zurbarán.

"Esto no es algo nuevo, lo han hecho cineastas anteriormente como Pasolini, Bresson o Buñuel. Me gusta esa apropiación para dignificar al lumpen proletario puro y duro, que muchas veces se siente fracasado porque le han fracasado básicamente. Y entonces me apropié de elementos de tipo místico. Por ejemplo, el personaje de Sergi López tiene una bonhomía capaz de influenciar en los demás", añade. Una película llena de simbolismo y que habla de las herencias, de la codicia y de la convivencia, de tal manera, que ese pueblo valenciano puede ser la sociedad entera. “Estos personajes encarnan el fracaso de una sociedad que creo que va a ir a peor”, precisa Morais de una propuesta en la que los personajes y sus dinámicas trascienden el entorno rural.

"No fue tanto una decisión consciente de que quería contar una historia rural o un western, como dicen. Hay muchas películas en las que una persona llega a un sitio, modifica la naturaleza de ese sitio y no es exactamente un western. Lo que pasa es que el género se presta a eso. Las personas que yo conocía vivían en un pueblo muy pequeño de Asturias y había ese universo, esa esfera psíquica densa, pesada, de a las seis de la tarde de carajillos, de gente mayor de puro y alcoholizados. Eso existía y yo lo trasladé. No fue una decisión de quiero contar una historia de pueblo", concluye tras admitir la dificultad para levantar este proyecto y producir él mismo un tipo de cine fuera de los procesos industriales. "Mi productora me dice que soy improducible", bromea.

Laia Manzanares y Ángela Cervantes en 'Lo que queda de ti'

Laia Manzanares y Ángela Cervantes en 'Lo que queda de ti' / LANDER LARRANAGA

Laia Manzanares y Ángela Cervantes en 'Lo que queda de ti'

Laia Manzanares y Ángela Cervantes en 'Lo que queda de ti' / LANDER LARRANAGA

En el caso de 'Lo que queda de ti', la idea de herencia también está presente y viene de una historia personal de la debutante Gala Gracia. Dos hermanas, en este caso, Ángela Cervantes y Laia Manzanares, entierran a su padre, un pastor. Ambas deben vender las ovejas y pensar qué hacer con la casa familiar. Una de las hermanas vive en el pueblo, continua el trabajo agrícola, la otra es pianista en Nueva York y está en un momento clave de su incipiente carrera. La muerte como desencadenante de un montón de preguntas acerca de la identidad de una misma es el motor de estas dos hermanas que no acaban de decidir qué hacer con la herencia familiar.

"Trabajé mucho esa idea de culpa que tienes cuando llegas a la granja porque no has estado. Ella siente que no ha estado suficiente con el padre, no es capaz como de digerirlo, entonces se aferra al rebaño de ovejas del padre de igual de forma un poco incoherente. Porque para ella, abandonar ese rebaño sería como dejar ir al padre definitivamente, pero porque es lo que la identificaba con él, porque toda su vida giraba en torno a eso", explica la joven directora que ha volcado aquí parte de su experiencia al volver de Londres en una situación similar y enfrentarse a esos dilemas junto a su hermana.

Un retrato del campo como un lugar duro, precario, una vida en extinción llena de deudas, de trabajo físico y sin demasiado futuro, que la directora retrata a través de esas mujeres rurales que no han tenido tanto el foco en la tradición rural de la cinematografía española. "Es curioso porque escribí sobre estos personajes porque yo lo he visto toda la vida. Mi madre es veterinaria, mi hermana también es veterinaria rural. Nosotros hemos tratado con ganaderas, las he visto trabajar al igual que los hombres toda mi vida y lo escribí pero de forma natural. Luego me doy cuenta que a la gente le llamaba mucho la atención y que creían que yo lo estaba reivindicando. Y digo, pues hombre, realmente lo estoy reivindicando. Pero no era mi intención así a priori. Es verdad que se han visto muy poco representadas y muy injustamente, porque trabajan a veces doble, porque luego tienen el trabajo de casa", asegura.

Gala Gracia había escrito y dirigido cortometrajes como el nominado al Forqué 'Evanescente', o el multipremiado El color de la sed, y con esta película debuta en el largometraje sumándose a las nuevas voces del cine español que está alumbrando esta edición del Festival de Málaga. "Casi todos los directores españoles que hablamos del campo tenemos como referentes a Mario Camus, Víctor Erice e incluso Carlos Saura", concluye de este debut donde es capaz de explorar temas universales como el duelo y la culpa con una mirada a la tierra y un modo de vida que se apaga.

 

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