'El Pescaílla', el patriarca de la rumba catalana que le dio musicalidad a Lola Flores
Antonio González Batista, conocido como El Pescaílla, es una de las figuras más emblemáticas de la música catalana

El viaje de ida | El Pescaílla: El patriarca de la rumba catalana que le dio musicalidad a Lola Flores
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Madrid
Nacido en 1926 en el barrio de Gracia en Barcelona, El Pescaílla creció en un entorno donde la música y la tradición gitana se respiraban en cada rincón. Su estilo fusionó la rumba catalana con ritmos internacionales como el bolero y el jazz, revolucionando la música de su tiempo con su forma tan especial de tocar la guitarra. 'Era esa manera en la que él tocaba la rumba catalana... esa velocidad con la guitarra yo no se la ha escuchado a nadie' relata su hija Lolita Flores
Creció en el número 8 de la calle Fraternitat, donde hay una placa en su honor, junto a una familia numerosa donde la música era parte del día a día. Era el tercero de cinco hermanos: Manolo, Baldomero, Juan y Pepita, todos ellos influenciados por el ambiente artístico que reinaba en su hogar. "Mi padre un día coge la guitarra de su padre y empieza a tocar de oído y entonces mi abuelo lo escucha y le dice tócame por soleá, tócame por seguiriya, tócame por bulería. Pídele un traje a tu hermano que te vienes conmigo a trabajar. Y mi padre empezó a trabajar con 12 años en los tablaos de Barcelona", cuenta Lolita.
Desde pequeño, Antonio mostró un talento natural para la guitarra y la interpretación. A medida que creció, fue absorbiendo influencias de distintos estilos más allá del flamenco y la rumba, lo que le permitió desarrollar un sonido propio y característico que lo llevaría a convertirse en un referente de la rumba catalana. 'Allí en el barrio de Gracia, esa familia González, mi abuelo que se llamaba 'El Pescaílla' y todos mis primos 'El Chango', mi tío Moncho... y todo lo que revolucionaron. A los puertos de Barcelona llegaban los cubanos, que se mezclaron con los gitanos y de ahí yo creo que salió la rumba catalana. De ese ritmo tan abierto, que se puede mezclar con todos los ritmos' cuenta su hija Rosario.
El barrio de Gracia en aquellos años era un hervidero cultural comparable a Triana en Sevilla o a el Barrio de Santiago en Jerez. Sus calles estaban llenas de artistas y bohemios, y en ese contexto El Pescaílla comenzó a abrirse paso en el mundo de la música. Su talento pronto fue reconocido, y comenzó a tocar en diferentes locales y fiestas, labrándose un nombre dentro de la escena musical de Barcelona. Pese al crecimiento de su fama, nunca perdió el contacto con sus raíces ni con su barrio. 'Allí se respiraba rumba y se respiraba arte por los poros y por las paredes de las calles de Gracia' relata Sicus Carbonell, músico rumbero gitano y catalán.
A medida que se consolidaba como artista, compartió escenario con grandes nombres de la música como su primo Moncho, el rey del bolero, o Peret, otro exponente fundamental de la rumba catalana. Este último protagonizó junto a El Pescaílla el debate sobre quién fue el verdadero creador de la rumba catalana. 'Mi abuelo fue el creador realmente de la rumba catalana. Él era guitarrista, pero venía de familia pescadera, se iba al puerto a esperar a que vinieran los barcos de Latinoamérica, y el pescado que sobraba lo vendía, de ahí el Pescaílla. Mi abuelo le llevaba treinta años a Peret y mi padre diez. Lo que Peret sí hizo fue hacer la rumba popular y llevarla al mundo entero. Mi padre y él se admiraban muchísimo y el día que murió mi padre la primera persona que entró al tanatorio se llama Peret', cuenta Lolita.
Algunos consideran a Peret el principal responsable de su popularización, mientras que otros argumentan que fue El Pescaílla quien, con su estilo innovador y su fusión de sonidos, llevó la rumba a nuevos horizontes. Lo cierto es que ambos jugaron un papel clave en la expansión del género y en su consolidación como parte del patrimonio musical catalán. 'El arte que había... que sacaban cuatro mesas y se ponían a bailar en medio de la calle ya no existe, pero yo me considero un afortunado porque sigo la tradición de alguna forma. Soy miembro de un grupo, somos tres gitanicos de aquí del barrio que defendemos a capa y espada la rumba catalana y cómo no, creemos que el creador de la rumba fue Antonio González 'El Pescaílla', sin ninguna duda' cuenta Elías González 'Pescaíto', nieto de Manolo González, hermano de El Pescaílla.
Más allá de la música, su vida personal estuvo marcada por su carácter y su independencia, cualidades que llamaron la atención de Lola Flores, una de las artistas más importantes de la época. 'Mi madre muy echa' pa' lante, muy moderna, se iba a buscarlo allí a Gracia' relata Lolita. Se casaron en una ceremonia secreta en El Escorial y juntos formaron una de las parejas más icónicas de la música española. Aunque muchos lo vieron como un acompañante de Lola, su influencia en la carrera de la artista fue innegable: con su manera de tocar la guitarra, dio un giro fundamental a su música, aportando un estilo fresco y revolucionario.
'Lo que pasa es que la gente no le da el suficiente valor al cambio que le hizo a Lola Flores. Porque ella cantaba coplas y bailaba y era un fenómeno, pero él la llenó de musicalidad y le dio otro estilo totalmente diferente al que había hecho hasta el momento', narra Sicus, y añade Lolita también, 'mi madre, que ya era Lola Flores cuando conoció a mi padre, musicalmente es un antes y un después de El Pescaílla, creció muchísimo más como artista'.
El legado de El Pescaílla sigue vivo, tanto a través de sus hijos como de las nuevas generaciones de músicos que continúan tocando la rumba y el flamenco. 'El más sensible, el más divertido, un humor muy catalán, nos reíamos mucho...', 'era de pocas palabras, pero cuando hablaba era la campana de Pamplona, porque tenía mucha gracia', 'mi padre fue un gitano libre y el más moderno, por eso creo que nosotros somos así... disfrutaba con nosotros cantando, bailando. Nos ha criado, nos ha educado en el respeto, en la libertad y en el amor... y escuchándonos' así lo describen sus tres hijas, Antonia González, Lolita y Rosario Flores.
En la casa familiar, ya fuera en Marbella o en Madrid, la guitarra de Antonio nunca dejó de sonar. En el Lerele, su hogar durante varios años, su música se convirtió en la banda sonora de su vida cotidiana, reflejo de su pasión por la rumba. 'La banda sonora de nuestra casa era la guitarra de mi padre, 24/7. Mi padre dejaba la guitarra para comer, para estar un rato con nosotros y luego seguía. Nosotros teníamos prohibido entrar al salón cuando estuvieran las guitarras ahí puestas, porque la guitarra era lo más importante de mi casa, intocable', narra Lolita.
Antonio González el Pescaílla muere el 12 de noviembre de 1999, tras una enfermedad hepática y meses después del fallecimiento de su esposa Lola y su hijo Antonio. El barrio de Gracia ha cambiado mucho desde entonces. Ahora hay más turistas que gitanos tocando rumba, y la música en vivo ha sido desplazada por tiendas y cafeterías. Sin embargo, el espíritu de El Pescaílla sigue presente en los que continúan defendiendo la rumba catalana como parte de su identidad, como Elías González o Sicus Carbonell. 'Era un adelantado a su tiempo y sobre todo su manera de cantar que para mí ha sido una de las mejores voces de la rumba, una rumba muy particular. Lo que hacía él era fusionar con la música brasileña, con el bolero... o con ese inglés inventado, muy gitano catalán de Barcelona o cogía la Chica de Ipanema y te la versionaba...' describe entre risas Carbonell.
Su nombre sigue vivo en la memoria colectiva, recordado no solo como el padre de la rumba catalana, sino como un músico que transformó el sonido de su tiempo y dejó un legado que aún perdura. Su música sigue resonando en las calles y en las nuevas generaciones de artistas que continúan reinventando la rumba. Un viaje de ida junto a una de las figuras más revolucionarias y únicas de la música española, con una y muchas vidas, pues Antonio González fue un alma libre y un creador incansable que trascendió géneros y generaciones.