Represaliados del franquismo relatan sus vivencias en el antiguo despacho de Primo de Rivera

En el Palacio de la Eliseda, en Madrid, donde en 1933 se fundó la Falange Española, la misma habitación en la que José Antonio Primo de Rivera tuvo su despacho se ha convertido este viernes en una asamblea de reivindicación y de reflexión sobre la memoria histórica. En ese edificio, que prácticamente acaba de estrenar como sede el Ministerio de Juventud y de Infancia, la ministra Sira Rego ha recibido junto a una representación de jóvenes de varias asociaciones, como el Consejo de la Juventud, a una decena de represaliados del franquismo que han relatado en primera persona sus vivencias, sus luchas y sus temores. Elsa y Gorgonio «Me encuentro muy feliz aquí porque echamos los fantasmas del mal fario que hubo. No es un edificio inocente, aquí el fundador de Falange hablaba de que el único mensaje que podía transmitirse era el de los puños y las pistolas y esto los jóvenes lo tenéis que recordar». Así ha empezado su presentación una de las veteranas de este encuentro, Elsa, que nació en Francia, en el exilio. «Soy hija y nieta de trabajadores esclavos, en mi familia tengo deportados, y un único superviviente», relata y recuerda que en Francia, en 1938, a los españoles refugiados se les dejó de llamar refugiados y por ley se les puso el apellido de indeseables, «todavía subsiste esa palabra y queremos que la eliminen». Elsa ha sido una de las víctimas del franquismo que ha tenido que acudir a la justicia argentina para buscar reparación. Su historia se entrelaza con la de Gorgonio, que siempre fue un pastor alejado de la política, pero al que acusaron de formar parte de las juventudes comunistas. Él tuvo que marcharse a Suiza con María, su mujer. Ambos fueron detenidos en varias ocasiones. «El temor que teníamos muchos cuando nos detenían no era ir a la cárcel, sino pasar por la Dirección General de Seguridad (DGS) y que no aguantaras la tortura para que te sacaran algo, el nombre de un compañero, dónde tenías la multicopista o quién era el responsable», recuerda Gorgonio. María también pasó por la DGS, «simplemente por apoyar a unas chicas que habían echado de un comercio por repartir propaganda». Estuvo tres días encarcelada en la que hoy es la Real Casa de Correos, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. Entre estos represaliados, hay cierto resquemor con Isabel Díaz Ayuso por negarse a colocar en ese edificio una placa de reparación. «Ahora estamos enfrentados con la presidenta de la Comunidad de Madrid que no quiere reconocer que la Real Casa de Correos fue un sitio donde miles de personas estuvieron encarceladas y eso tiene que cambiar», reivindica Julián. Nati y Ramona, la lucha sindical Nati fue una de las primeras mujeres del sector textil que luchó por sus derechos laborales durante el franquismo. Su familia era republicana, fusilaron a sus dos abuelos, pelaron a su madre y a su abuela a las que encarcelaron y condenaron a pena de muerte. «Cuando vas creciendo nos dimos cuenta de que media España estaba con ese drama», recuerda esta sindicalista. Nati y Gorgonio coincidieron en Madrid, en algunas de las reuniones clandestinas de la izquierda del momento, y no se habían visto hacía años hasta coincidir en el despacho de la ministra. «Nos procesaron por bandidaje y terrorismo», recuerdan mientras se abrazan. Ramona, de un pueblo de Segovia, también trabajó en el sector textil, como Nati. «Llego a Madrid en el 68 y me incorporo a lo que en esos momentos hay moviéndose clandestinamente y después me incorporé a Comisiones Obreras donde sigo hoy en día», nos cuenta. «Nunca pasé por la cárcel pero sí fui represaliada por la lucha en la empresas», recuerda, «se preparaba una huelga y hubo un despido de más de 100 mujeres. El empresario, que era un franquista, nos dijo que en su casa no se hacía huelga y no se hacía nada». Azucena, hoy directora de cine y escritora, estuvo varias veces en la cárcel, «me pedían diez años de condena por asociación ilícita». Su primera película se llamó Entre Rojas, en ella cuenta toda su experiencia en la cárcel. Hoy, anima a los jóvenes a seguir luchando. «Creo que vivimos un tiempo muy oscuro y es más necesario que nunca esto que está pasando aquí, que nos lo contemos y luchemos juntos», propone. Los jóvenes ante la memoria histórica Los jóvenes escuchan atentos y emocionados al ver la emoción también en las palabras y los ojos de estas víctimas del franquismo. Ellos también recuerdan su pasado familiar. «Mi madre y yo nos sentábamos los sábados por la noche para hablar de política, me contaba cómo llevaban el Gernika tapado en un coche, cómo corría delante de los grises en las manifestaciones», cuenta Iris. «Todos esos derechos y las luchas que han conseguido no podemos olvidarlas», dice Paco que recuerda cómo su abuelo compartía estos recuerdos también con él. «Yo también soy nieto de militantes antifranquistas», asegura Carlos, «que han hecho que esté hoy aquí súper agradecido de todos los que vinieron antes». La ministra les propone volver a verse. Ellos, veteranos y jóvenes, aceptan encantados. Nati, la más vivaz, nos deja la última reflexión: «El presente es lo que nos puede unir y, sobre todo, lo que puede unir nuestras energías, las que nos queden, porque España merece la pena». El ministerio de Juventud e Infancia utilizará estas reflexiones para crear una placa conmemorativa que recuerde que hoy es una sede de la democracia.

Represaliados del franquismo relatan sus vivencias en el antiguo despacho de Primo de Rivera

La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, ha abierto las puertas del que es ahora su despacho a los valedores de la democracia. La SER ha podido escuchar los testimonios de veteranos y de jóvenes que quieren seguir su lucha

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