María Méndez, filóloga: "Podéis insultar lo que queráis. ¡Vivan los insultos! Es vocabulario y son muy bonitos aparte de muy creativos"
Aimar Bretos entrevista a María Méndez, filóloga, doctora en Lengua Española y profesora en la Universidad de Vigo

Las entrevistas de Aimar | María Méndez, filóloga
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Madrid
Hoy hablamos sobre un aspecto muy concreto de la lengua: los insultos. Los insultos están en nuestro día a día, no existe nadie sobre la faz de la Tierra que no haya insultado a alguien alguna vez, pero... ¿Qué sabemos de los insultos? Para que nos aclare todas nuestras dudas sobre esta modalidad tan particular de la lengua tenemos en 'Hora 25' a María Méndez, filóloga, doctora en Lengua Española y profesora en la Universidad de Vigo.
María Méndez ha investigado el uso del insulto en España, recogiendo una muestra de más de 8.000 insultos. ¿Qué se encontró en ese trabajo? "Lo que queríamos investigar era por qué se insulta, con qué insultamos... Tú insultas en teoría para ofender, pero los insultos tienen otras posibles utilidades. Pueden ser actos de admiración, por ejemplo cuando tú llamas a alguien hijo de puta para alabar lo que ha hecho. Importa la sintaxis, la entonación, el alargamiento vocálico...", explica.
Hay muchas diferencias regionales entre los insultos que usamos dentro de España: "Yo, que soy gallega, me encanta el de 'papahostias', que quiere decir tonto, que no sabe muy bien lo que pasa. Y tenemos sinónimos, porque 'tonto' lo podemos decir de muchas maneras: en la Comunidad Valenciana dicen 'boniato' o 'cap de fava' que dicen en las Islas Baleares. En Canarias dicen 'tolete' o 'machango', en la Región de Murcia dicen 'tonto el pijo', en La Rioja dicen 'bobochorra' o, por ejemplo, me gusta mucho el de Asturias: 'faltosu', que te falta algo, claro", cuenta graciosa María.
Insultos y sociedad
¿Un insulto es siempre propio de un malhablado? "Qué va, no. El insulto es una forma de hablar, forma parte de nuestro acervo cultural y nos refleja mucho como sociedad. Cuando la gente dice que las lenguas no son cultura, mentira. Todas las dictaduras en cuanto pueden prohíben lenguas, por algo será. Reflejan ideologías, formas de ver la vida... Y tú insultas, cuando es propiamente un insulto, tú insultas con cosas que tú crees que son ofensivas, con lo cual te reflejan a ti como persona. De la otra persona no dicen nada, porque cada uno puede hacer lo que quiera, pero cuando tú dices un insulto homófobo o machista quien se está retratando eres tú", argumenta Méndez.
"Todo el mundo dice insultos. Yo digo insultos y soy doctora en Lengua Española, para que todo el mundo se quede tranquilo. Podéis insultar lo que queráis. ¡Vivan los insultos! Es vocabulario y son muy bonitos aparte de muy creativos", defiende la filóloga. "Pero es verdad que nos ubican en un lugar social. Cuando alguien no espera de ti que digas un insulto porque eres mujer y se supone que no es fino o lo que sea, estamos ubicándonos en ciertas coordenadas sociales. Cuando tú dices 'maricón' como insulto, te estás retratando como homófobo".
Sexo y edad
¿Insultan más ellos o ellas? "Eso no lo sabemos, no lo investigamos. La cuestión de la frecuencia era un poco más difícil de medir, lo que medimos es si había diferencias entre lo que decían. Casi insultan igual ellos que ellas. Lo primero que nos sale, de manera genérica, el estándar del insulto si no queremos insultar por algo en particular, es que ellos usan más el término 'payaso' y las mujeres usan más el término 'estúpido'", explica la profesora de la Universidad de Vigo.
Por edad, las tendencias son que cuanto más mayores somos parece ser que insultamos menos y de forma distinta, nos cuenta María Méndez. "Por ejemplo, 'cabrón' es un insulto que es de viejunos. En las líneas que trazamos, 'cabrón' se usa muy poquito entre los 18 y los 25 años y a partir de los 40 su uso sube. Entre los más jóvenes el término 'gilipollas' es el más común", concluye.

Víctor Olazábal
Subdirector de Hora 25. Antes fue corresponsal en India para diversos medios españoles. Especializado...