Luis García Montero habla en estos términos de Donald Trump y lanza una serie reflexión sobre sus negocios

Madrid

Tal y como está el mundo, llevo semanas recordando la apuesta del filósofo Albert Camus: las utopías modestas. El autor de 'La peste' se refugió en la modestia para defenderse de unos líderes soberbios capaces de convertir cualquier buena intención en una trampa llena de barro. Los deseos de libertad pueden convertirse en una selva de fieras y los deseos de igualdad en una represión salvaje. Cuidado, pues, con las verdades que desembocan en dogmas ciegos o en líderes prepotentes. Mejor convivir con las dudas y las preguntas a la hora de comprometerse con el futuro.

Debemos pensar en el futuro de Europa. Y entre dudas y deseos de seguridad, me pregunto. ¿Será posible que las agresiones externas acaben con los nacionalismos y motiven una verdadera unidad europea? En vez de que cada país responda gastando dinero a lo loco en sus propios cuarteles, ¿es posible un ejército europeo único, más eficaz, con inversiones más aprovechadas? ¿Y será posible que los desprecios de Donald Trump no desemboquen en un negocio para las fábricas de armas norteamericanas? Las inversiones en seguridad europea, ¿pueden alimentar la industria europea y no los negocios de Donald Trump?

Y algo más. Sería bueno que los responsables de nuestra seguridad fuesen partidarios de la paz. La guerra es un desastre para todos. Con el odio de los misiles pierden no sólo los vencidos sino también los vencedores. Son preguntas nucleares, dudas propias de la utopía modesta de la paz, un intento de responder con prudencia, pero sin cerrar los ojos, a los tiempos que vivimos.