El 11M como génesis de la desinformación en España: "Llevamos más de 20 años soportando la mentira como algo normal"

El impacto de la desinformación en la opinión pública no es algo nuevo, a pesar de que la vorágine informativa y de actualidad así lo haga parecer. A propósito del aniversario del 11M, el catedrático de opinión pública Víctor Sampedro publicó un artículo en el diario Público donde señalaba que el peor bulo de la historia reciente de España fue atribuir a ETA la autoría del atentado. Según Sampedro, este bulo instaló una narrativa de polarización extrema que persiste hasta hoy. «Un tercio de la población española sigue creyendo que ETA estuvo implicada en el 11M, y la mitad de los votantes del PP sostiene estas teorías», afirma. Sampedro ha acudido a La Ventana para hablar de cómo la desinformación se ha convertido en un problema generalizado desde entonces. El profesor ha criticado al gobierno de Aznar y sus decisiones políticas y comunicativas los días posteriores al atentado. «Un gobierno en funciones mentía en plena crisis de un atentado de lesa humanidad. Se movilizaron todo un gobierno y su red de embajadas, también medios de comunicación como EFE o las televisiones públicas comandadas desde Madrid. Se instaló una maquinaria de irradiación de odio que persiste hasta hoy. Estamos hablando de trumpismo cuando llevamos soportando la mentira como algo normalizado más de veinte años», ha afirmado. Esta estrategia de desinformación ha tenido consecuencias profundas, incluyendo la revictimización de los afectados. «Es someter a todas aquellas familias a una autopsia muy macabra y morbosa. Viven con pánico. A Pilar Manjón le dijeron que era una etarra y que había colaborado en la muerte de su hijo. Se reían de ella», ha denunciado Sampedro, que también afirma que nunca se sancionó en ningún estrato aquella gestión. «Hubo periodistas purgados por no suscribir la teoría de la conspiración. La responsable fue Esperanza Aguirre. Todas las consecuencias para ellos fueron buenas. El 11M es el 11S europeo, pero son capaces de seguir diciendo que fue ETA. No hay una sanción política en absoluto. Los responsables debieron acabar su vida política y no fue así», ha dicho. Con la llegada de Donald Trump nuevamente a la Casa Blanca, esta preocupación con la desinformación se ha intensificado, especialmente tras la decisión de Meta, la empresa matriz de Facebook, de eliminar su programa de verificación de hechos. Mark Zuckerberg, CEO de Meta, argumentó que la medida responde a la necesidad de garantizar la «libertad de expresión», pero la comunidad de verificadores de datos y especialistas en información advierte que esta decisión puede facilitar la propagación de noticias falsas. Entre los afectados por esta decisión está Marta Campabadal, quien trabajaba como verificadora para PolitiFact, una organización independiente que colaboraba con Meta desde 2016. Desde Nueva York, Marta ha contado su experiencia en el programa de verificación y cómo la decisión de Meta ha impactado su labor. «Con el mensaje de Zuckerberg se ve que es una narrativa que se está vendiendo y que no es real. Las personas cuyo contenido se etiquetaba como falso tenían la capacidad de apelar y luego decidía Meta. Los verificadores solo surfeábamos el contenido y ver qué podíamos verificar de forma objetiva», ha explicado. Campabadal ha explicado que su trabajo consistía en verificar publicaciones en español, enfocadas en el público latino en EE.UU. Se especializaba en temas de migración y beneficios sociales, como salud y ayudas para alimentación. Contrario a lo que muchos piensan, los verificadores no eliminaban contenido, sino que añadían notas aclaratorias sobre la veracidad de las publicaciones. «Es importante conocer la demografía para la que estás verificando. Los venezolanos en Estados Unidos están muchos de ellos con un programa llamado TPS y sabemos que hay mucha desinformación de eso, por ejemplo, ya que su estatus migratorio depende de eso», ha dicho Campabadal. El estudio de la desinformación ha cobrado importancia en el ámbito académico. La psicóloga Dolores Albarracín, galardonada con el Premio Fronteras del Conocimiento de Ciencias Sociales 2025 de la Fundación BBVA, ha investigado cómo las creencias conspirativas se propagan en sociedades con alta incertidumbre y ansiedad. «Toda nuestra investigación ponía el acento en causas individuales como predictores en creencias conspirativas. Pero cuando se trata de una misma idea como el Estado Profundo en EEUU o la DANA, tenemos que pensar en una forma de comunicación social, grupal, de esa narrativa», ha explicado en La Ventana Albarracín. Para ella, cuanto más importante es un tema, más posible es que haya mensajes organizados de medios conservadores o cualquier otro medio. «Se suelen politizar las teorías conspiratorias y tratan de manipular determinadas acciones. Por ejemplo, en el caso de las vacunas, las consecuencias son claras. Si alguien con poder abraza esas teorías, se torna devastador», ha dicho. Sobre qué se puede hacer para frenar esto, ha contado que hay que elegir qué batallas tomar. «Hay que reevaluar los medios políticos para revertir esta situación. Hay que contrarrestar la información más problemática por el daño potencial. En otros muchos casos es preferible desviar la atención y hablar de lo positivo y no confrontar las teorías en todos los casos», ha finalizado.

El 11M como génesis de la desinformación en España: "Llevamos más de 20 años soportando la mentira como algo normal"

A propósito del aniversario del 11M, 'La Ventana' ha contado con el catedrático Víctor Sampedro para hablar sobre la desinformación durante aquellas jornadas y cómo se convirtió en una tendencia que perdura hasta hoy

Álvaro García-Dotor

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