Llevo un mes consumiendo contenidos a doble velocidad y el mundo se ha vuelto más lento: consecuencias del fenómeno 'Speedwatching'
Así es como el consumo acelerado altera nuestra percepción del tiempo y la realidad

Llevo un mes consumiendo contenidos a doble velocidad y el mundo se ha vuelto más lento: consecuencias del fenómeno 'Speedwatching'
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Madrid
En los próximos 60 segundos se habrán consumido 362.962 horas de series y películas en Netflix en todo el mundo. También se habrán visto más de tres millones de vídeos en YouTube y se habrán reproducido más de 138 millones de Reels tanto en Facebook como en Instagram. Así lo recoge la última edición del estudio Data Never Sleeps, desarrollado por Domo, en el que se refleja los hábitos de consumo de una sociedad cada vez más enganchada a Internet. Consumimos cada vez más contenido pero, sin embargo, nunca llegaremos a verlo todo porque necesitaríamos de varias vidas para hacerlo. Más aún si tenemos en cuenta que, desde que has empezado a leer este reportaje se han subido 16.000 vídeos nuevos a TikTok y 2.760 canciones a Spotify.
Más información
Un auténtico jaleo que dispara el fenómeno conocido como FOMO (Fear Of Missing Out), que hace alusión a ese temor de perderse cualquier experiencia que suceda en redes sociales. ¿Todavía no has visto la segunda temporada del Juego del Calamar? ¿No sabes quién es realmente el líder? ¿Y qué me dices del último trend de LolaLolita? Te estás quedando fuera. Esta sensación de estar completamente fuera de todo nos ha llevado a querer consumir mucho más contenido en el menor tiempo posible. Y de esta necesidad ha surgido el speedwatching. Un fenómeno, cada vez más habitual principalmente entre los jóvenes, que nos lleva a consumir contenido en velocidades superiores al original. ¿Quién no ha reproducido un audio de WhatsApp al doble de velocidad? Se empieza así y se acaba viendo la trilogía de El Padrino en la mitad de tiempo porque el tiempo es oro.
El reto de los 30 días
El fenómeno del speedwatching ha crecido tanto durante estos últimos años que las principales plataformas tanto de audio como de vídeo se han sumado a la moda para que podamos modificar la velocidad a la que se reproduce el contenido que queramos consumir. En Spotify, por ejemplo, podremos reproducir contenido hasta 3,5 veces más rápido pese a que no termino de encontrarle el más mínimo sentido. Pero, ¿Qué hay detrás de esta tendencia? ¿Cómo nos está afectando como sociedad? Para responder a todas estas preguntas me he propuesto consumir todo tipo de contenido al doble velocidad durante un mes. Desde todo tipo de podcasts hasta vídeos de YouTube y alguna que otra serie de televisión.

Spotify permite reproducir contenido a velocidades 3,5x. / Cadena SER

Spotify permite reproducir contenido a velocidades 3,5x. / Cadena SER
Y después de todo este tiempo saco varias conclusiones. La primera de ellas es que el mundo parece que gira mucho más despacio que antes de comenzar el experimento. Tras volver a consumir todo tipo de contenido a velocidad normal siento que todo va a cámara lenta y que estoy perdiendo un tiempo que podría emplear en otras cosas, aunque sea remolonear en el sofá. Incluso me chirría escuchar mi propia voz en cualquier audio, pues siento que va mucho más lenta cuando en realidad lo está haciendo a su ritmo original. Lo que más me sorprende es que solo me pasa en el mundo digital. Probablemente porque mi cerebro es consciente de que no podemos pedirle a nuestro padre que hable cinco veces más rápido como sí que nos permite Spotify.
"Lo importante ya no es el proceso"
Más allá de esta primera conclusión me surgen otras como que el speedwatching me obliga a estar más atento al contenido que consumo porque, si me distraigo un solo segundo, corro el riesgo de perderme por completo. Y esto probablemente sea uno de los grandes beneficios de esta práctica, pues podemos centrar nuestra atención en un solo proceso y sacar conclusiones de una forma mucho más concisa. El hecho de reproducir el contenido al doble de velocidad también me permite consumir mucho más contenido en un tiempo más ajustado. ¿Pero es realmente lo que necesito? Después de estos 30 días de puro frenesí, entrevisto a la psicopedagoga Sylvie Pérez, quien nos muestra la cara B de este fenómeno cada vez más extendido. En declaraciones a la Cadena SER, la entrevistada equipara el fenómeno del speedwatching con las lecturas en diagonal de periódicos o revistas a las que seguro que habrás recurrido en alguna ocasión: "Sería como realizar una visualización o una escucha en diagonal, porque la hacemos a una velocidad mucho más alta de la que fue pensada inicialmente".
Una práctica que te permite consumir todo tipo de contenidos de una forma rápida y completamente superficial, pudiendo seguir así un ritmo de vida cada vez más frenético: "Lo importante ya no es tanto el proceso, sino la consecución del fin. El comprar algo, el haber ido a un lugar, el hacerte la foto en aquel sitio... No disfrutas tanto de entrar en el Louvre y de pasearlo como de colgar la foto que demuestre que has estado con la Gioconda. Y es que cuanto más tengo, más soy. Entonces, si cuanto más tengo más soy, tengo ansiedad si no consigo ver la serie en el momento en el que la han estrenado o no he visto el capítulo que todo el mundo va a comentar mañana".
Un proceso, a priori inofensivo, que sin embargo puede alterar nuestra percepción de la realidad por completo: "Si consumes contenido al doble de velocidad, el mundo normal se te vuelve aburrido. Si vas acostumbrando a tú cerebro a que consuma series y películas de esta manera, al final acabamos perdiéndonos todo tipo de detalles que pasan factura. No consolidamos toda la información que va entrando porque la tenemos que codificar tan rápido que no conseguimos quedarnos. Entonces, cuando me encuentro ante una sensación normal, se me hace demasiado lenta. Mi cerebro se aburre, va haciendo como pausas y vas perdiendo el hilo por ser excesivamente lento".
La epidemia de la aceleración
Y no solo eso. También puede facilitar el agotamiento de nuestro cerebro. Así nos lo cuenta la psicóloga Luciana Moretti, quien nos explica que recibe cada vez más pacientes en su consulta con problemas asociados al speedwatching: "Nos enfrentamos a una epidemia de aceleración y de consumo de grandes cantidades de información y estímulos. Esto hace que estemos forzando a nuestro cerebro a procesar mucha información, a mantener una concentración fuerte durante mucho tiempo y a procesar una gran cantidad de estímulos constantemente. Esto, a su vez, está provocando que nos lleguen a consulta personas muy jóvenes con estrés crónico o problemas para dormir".
Durante estos últimos años, la psicóloga ha notado un gran cambio. Especialmente entre los más jóvenes, quienes son los más propensos a consumir contenido a velocidades más altas a la normal: "Lo que vemos es que sus cerebros están cansados. Los pacientes que vienen a la consulta llegan con el cerebro acelerado y cansado. Tienen dificultades de concentración, problemas a la hora de esperar y también para manejar este tipo de tolerancia a los ritmos más lentos". A pesar de que a día de hoy no hay estudios de las consecuencias que puede tener este tipo de prácticas a largo plazo, la psicóloga señala que el hecho de vivir con estrés crónico no es para nada bueno para nuestro cerebro: "Si sobrecargamos este estrés crónico sobre nuestro cerebro podemos generar insomnio, desarrollar demencia, o incluso muchos trastornos psicológicos o psiquiátricos que requieren de medicación".
La importancia del descanso
Por todo ello, Sylvie Pérez nos insta a tomar consciencia sobre lo que hacemos. A pesar de que vivimos en la sociedad del consumo rápido, la psicóloga nos anima a gestionar nuestro tiempo de la forma más sana posible: "Paremos aquello que realmente podemos parar. Si yo no puedo parar un audio de un familiar o una amiga que habla muy despacio, pues para eso está el 1,5X. Pero, sí tengo cuatro días para ver una serie, ¿Para qué la voy a ver en dos? Tenemos que tomar el control de nuestro tiempo. No dejemos que el mundo y las prisas sean quienes tomen el control de nuestro tiempo".
Una opinión compartida por Luciana Moretti, quien además pone en valor la importancia de frenar el ritmo frenético de la sociedad de consumo: "Cada vez se valoran más las técnicas de meditación en ámbitos en los que se requiere un gran rendimiento. Tenemos que tener el cerebro preparado, pero al mismo tiempo muy relajado para poder asimilar cosas en profundidad o poder dar la mejor respuesta posible en una situación compleja". Y es que, tal y como nos explica la psicóloga, el hecho de consumir contenido a velocidades superiores a la normal, puede jugar en contra de nuestra concentración: "Al final no es lo mismo escuchar una voz que tiene una cadencia, que tiene una musicalidad y que te lleva con el discurso que esa misma voz acelerada, con la que perdemos mucha información necesaria para que la comprensión sea profunda".
La psicóloga entiende que necesitamos bajar el ritmo de vida de manera urgente y permitir que nuestro cerebro descanse lo suficiente para que pueda envejecer bien: "Nuestro cerebro necesita descansar y necesita limpiarse". Por lo tanto, y si eres de los que consumen todo tipo de contenido al doble de velocidad, Sylvie Pérez y Luciana Moretti te recomiendan que uses este tipo de técnicas con cabeza. Es posible que en ocasiones puedan ser beneficiosas para ti, ya que te permitirán consumir cualquier contenido de una forma mucho más rápida, o incluso te pueden ayudar a retener mejor la información en algunos casos, pero otras en las que tu cerebro requiera algo de calma. De ahí que sea fundamental que seas tú quien controle tu propio tiempo y que no sea la sociedad quien lo haga por ti.

David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología que aborda la vida digital desde otro punto...