La reserva estratégica de material para posibles pandemias: un secreto de Estado que preocupa a los sanitarios

Han pasado cinco años del primer estado de alarma al que se vio obligado nuestro país por la pandemia de COVID. Durante todo este tiempo muchos sanitarios y -sobre todo- los que se dedican a la gestión se han hecho una pregunta recurrente: ¿Estamos preparados para otra pandemia? Una de las imágenes más icónicas de aquellos primeros días fue la de los sanitarios teniendo que usar bolsas de basura o mascarillas recicladas para protegerse en los hospitales. También les vimos fabricando, con instrucciones sacadas de tutoriales de internet, respiradores con mascarillas de buceo del Decathlon. Si aquello pasó es porque «la pandemia nos pilló a contrapié, confiados en que con un aumento del 25% de las compras de material, como se hace en invierno, iba a ser suficiente». Lo explica Toni García, presidente de la Asociación ANECORM, que agrupa a casi 200 enfermeros gestores de recursos en hospitales de toda España. Él es supervisor de recursos del hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Y estuvo en primera línea. «Los primeros días pensamos que íbamos a resistir con lo que teníamos, pronto nos dimos cuenta de que no», señala, «y faltaba de todo. No éramos sólo nosotros pidiendo mascarillas y respiradores. Era una demanda global que nunca antes habíamos visto». Lo demás es historia de la gestión sanitaria de nuestro país. Vamos a retroceder al 21 de junio de 2020. Ese día terminó el primer estado de alarma. Y el presidente Pedro Sánchez, que repitió varias veces que «todavía somos vulnerables», anunció la creación de una «reserva estratégica de material sanitario para superar los problemas que puedan surgir” en futuros escenarios de crisis como la pandemia que entonces creímos que estábamos superando. De esa reserva supimos que iba a estar gestionada por una especie de »Centro de coordinación y promoción de la industria estratégica« y que iba a »garantizar que España tenga los recursos de primera necesidad y de carácter estratégico” necesarios para afrontar problemas como la pandemia. Y esa reserva existe a día de hoy. Pero eso es lo único que podemos decir de ella. Eso y que, según fuentes del Ministerio de Sanidad, está «en constante actualización contra nuevas amenazas». Por lo demás, de esta reserva el Ministerio no dice nada más. «No es una cuestión de transparencia», explican, es por «seguridad nacional». Así que no sabemos qué hay dentro, dónde está, ni como se gestiona ni cómo accederían a ella los gestores de recursos de los centros sanitarios españoles. Para hacernos una idea, en realidad, sí hay algunas cifras aunque Sanidad tampoco las comenta. El ministerio ha tenido que entregar a varios medios algunas cifras a través de peticiones vía portal de transparencia. Por ejemplo: al inicio de 2023, había 200 millones de mascarillas, 1 millón de trajes y unos 1000 respiradores, además de test y medicamentos. Lo publicó el periódico digital 20 minutos. El año pasado, 2024, hubo datos en varios medios que usaron la misma vía: hablaban de 100 millones de mascarillas, y una retahíla de cifras ocultas bajo secreto. Y el problema no es que sean secretas para nosotros, los medios, es que, según denuncia ANECORM, «son secretas para los profesionales sanitarios». ANECORM es la asociación de enfermeras y enfermeros gestores de recursos en hospitales. Tiene 200 asociados en puestos claves de hospitales y centros de salud de toda España. Son personas que trabajan todos los días gestionando recursos materiales como las mascarillas o los test y muchos de ellos estuvieron en primera línea de batalla en la pandemia. Con la información que tienen -o mejor dicho, la que no tienen- reclaman al ministerio de Mónica García que explique «qué tenemos guardado» y sobre todo «cómo se gestiona para que no caduquen los productos almacenados». Toni García es el presidente de la asociación y es el supervisor de recursos de un hospital catalán. Asegura que, a pesar de todas las reflexiones y peticiones que se hicieron durante y después de la pandemia, «hemos vuelto a los viejos vicios, hemos vuelto a como estábamos antes de la pandemia, trabajar con pequeñas reservas de material en los hospitales y confiar en que, después, cuando llegue la ola, podremos comprar o conseguir material», asegura. Se habló de una reserva estratégica de material, recuerda, pero «no la conocemos o no existe». Evidentemente, cuando le contamos que el Ministerio de Sanidad confirma su existencia, García señala que «si el Ministerio dice que existe, no lo pondremos en duda, pero entonces tenemos que saber algo de ella para entender si verdaderamente sirve de algo». No es el único sanitario al que hemos preguntado. Todos —absolutamente todos y no han sido pocos— desconocen el contenido de esta reserva. Y todos cuentan lo mismo: «Al inicio, Gobierno y autonomías sí hicieron acopios». Después empezó a haber problemas de caducidad y esterilidad con lo que se almacenaba. Poco a poco, según fue acabando la pandemia, el gasto de material era mucho menor y la capacidad para guardarlo en buenas condiciones se iba complicando. La idea de una enorme reserva estratégica, distribuida por toda España fuera de los grandes centros pero a su alcance, se fue abandonando lentamente. ANECORM lo resume con una frase: «Cuando hace falta el material, tiene que estar en perfecto estado». Y en la mayoría de los casos las reservas a las que tuvieron acceso en el final de la pandemia no cumplían este objetivo. Así que, «sin poner en duda lo que dice el Gobierno, sobre la existencia secreta de una reserva estratégica, que no lo hacemos», dice García, los gestores de recursos denuncian que, en el día a día, «estamos otra vez como al principio: tiramos de las pequeñas reservas de los centros sanitarios y hemos vuelto a las grandes compras a China». Y ese es el otro problema. «Podríamos valorar más lo que hay aquí, en Europa, que es de mayor calidad, pero seguimos haciendo las compras en países asiáticos. Y lo hacemos por ahorrar unos céntimos. Allí es más barato y priman más los criterios economicistas», denuncia ANECORM. Si existe la reserva, que nos expliquen qué contiene, donde se han comprado los productos, en qué estado están y cómo vamos a poder usarla si hace falta, concluye García. Y además, hay otro problema. Los sanitarios aprendieron mucho —a base de golpes, la verdad— sobre cómo protegerse de un virus respiratorio como el COVID. Pero, después, apenas hay formación más allá de los cursos que hacen las organizaciones sindicales o colectivos. La formación continua del profesional sanitario es clave y no puede depender solo de su experiencia. Lo señala Eduardo Satué, presidente de SESPAS, Sociedad Española de Salud Publica. Pide al ministerio que «haya cursos para saber usar el material que tenemos almacenado». Por ejemplo, simulacros en los centros de salud y hospitales en los que se explique cómo ponerse un traje, qué hacer si encontramos un paciente que llega con síntomas que no conocemos o cualquiera de las posibles casuísticas que se estén estudiando de la futura pandemia. Es muy difícil saber qué va a pasar, pero se pueden hacer cosas. Satué lo explica con un ejemplo muy gráfico: «Si hay cursos para entender cuándo hacer RCP a un paciente y salvarle la vida cuando está sufriendo una crisis cardiaca, se podrían hacer también cursos para que el sanitario entienda cómo protegerse, cuáles son los síntomas que puede observar por primera vez en un paciente o qué hacer en esos primeros días para que no vuelva el miedo que sentimos». SESPAS dice que esta formación no se está haciendo y pasa, sobre todo, por otra cosa que es fundamental y que no se está haciendo, a pesar de que se repitió hasta la saciedad: «Reforzar la primaria, que es la primera línea de defensa».

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Poco o nada se sabe del material que tiene guardado nuestro país y en qué condiciones para que los sanitarios en primera línea puedan hacer frente a una nueva oleada

Javier Ruiz Martínez

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