Verdades y mentiras en la vida de un español que triunfó en Hollywood

Madrid/ Girona

Hace casi diez años Javier del Pino y José Martí Gómez conversaban con Jordi Puntí sobre el año que se había pasado en la Biblioteca Pública de Nueva York investigando sobre la vida del rey de la rumba. Con las conclusiones, el escritor planeaba escribir una novela que, como era lento escribiendo, tardaría un año en terminar… La cosa se dilató y “Confeti” (Ed. Anagrama) acaba de ver la luz en su edición en castellano.

Xavier Cugat nació en Girona. Siendo un niño emigró con sus padres rumbo a México pero, sobre la marcha, cambiaron los planes y se quedaron en La Habana. Con 13 años empezó a tocar el violín. Caruso le vio y le invitó a marcharse a triunfar a Nueva York, aunque cuando llegó, el cantante ya se había marchado y tuvo que dormir en un parque. Primera mentira. Por las fechas es imposible que coincidieran. Pero sí es verdad que, muy joven, se fue a probar suerte a EEUU y que allí consiguió codearse con las estrellas de la música y el cine del momento.

Se casó cuatro veces con mujeres mucho más jóvenes que él. “Ellas se aprovecharon de mí y yo me aproveché de ellas” Sus formas y comentarios no pasarían el filtro del feminismo pero en la época era algo de lo que sentirse orgulloso. Pasó su vida viviendo en hoteles, con dos chihuahuas en los bolsillos y un peluquín que Fred Astaire le aconsejó que se pusiera. Dirigió su orquesta con gran éxito y sobrevivió a base de caradura y creatividad a los altibajos de su carreras: Caricaturista, crió chihuahuas, llevó su nombre a marcas de dulces, de pipas y hasta de boinas vascas. Sacó al mercado unas maracas en una ponía Xavier en la otra Cugat. Vendió 48 millones de discos y apareció en 25 películas.

Por si su vida no fuera suficientemente atractiva exageraba las anécdotas hasta el punto de asegurar que había descubierto a la mitad de los actores, actrices y cantantes más famosos del momento: Jerry Lewis, Dean Martin, Rita Hayworth y hasta al mismísimo Woody Allen.