Quién llegaba realmente a ser gladiador en la antigua Roma: había que cumplir una serie de requisitos
El arqueólogo Néstor Marqués ha identificado tres perfiles principales de personas que podían convertirse en gladiadores en la antigua Roma

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Madrid
Los espectáculos en el Coliseo de la antigua Roma son uno de los temas históricos que más curiosidad generan. Películas como Gladiator o Espartaco han hecho que la imagen de las luchas entre gladiadores esté algo difuminada, aunque han servido para despertar un mayor interés en la sociedad por esta fascinante etapa de la historia romana.
En SER Historia, Nacho Ares ha contado con la presencia del arqueólogo y experto en historia romana Néstor Marqués, quien ha publicado numerosos libros sobre la antigua Roma, en especial sobre los gladiadores. Durante la conversación, Marqués explicó qué requisitos debía cumplir una persona para poder batirse en la arena.
Había tres grupos de personas que podían ser vendidas como gladiadores
El arqueólogo detalló que "había varias maneras" de convertirse en gladiador, aunque hay que tener en cuenta que "un gladiador es un esclavo y, como tal, no tiene absolutamente ningún derecho en la antigua Roma. Los esclavos no eran considerados personas; los propios romanos decían que no tenían alma, que no estaban realmente vivos. Algunos autores clásicos los describían como simples herramientas u objetos que hablaban".
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Marqués relató que "un gladiador era propiedad de un lanista", es decir, "un empresario que se dedicaba a comerciar con gladiadores, entrenarlos, llevarlos a la lucha y ganar dinero con ellos". Por ello, la principal fuente de gladiadores en la antigua Roma provenía de las conquistas militares.
"Muchos eran guerreros enemigos que habían sido apresados y llevados a Roma. Como ya se les había visto luchar en el campo de batalla, los más fuertes y valientes terminaban convirtiéndose en gladiadores dentro de la sociedad romana", remarcó Marqués.
El autor también señaló que, en principio, los "esclavos domésticos no podían ser vendidos como gladiadores, porque no tenían la preparación ni la resistencia necesarias para la lucha". Sin embargo, había excepciones cuando estos esclavos eran conflictivos o violentos, en cuyo caso sí podían ser vendidos para la arena.
El perfil más peligroso de todos
Por último, Marqués destacó un tercer grupo de personas que podían convertirse en gladiadores, probablemente el perfil "más loco de todos". Puso como ejemplo a "un legionario del ejército que llevaba 25 años combatiendo y, de repente, no tenía otra ocupación. Toda su vida la había dedicado a la lucha, por lo que muchas veces decidía hacer un contrato con un lanista, perder voluntariamente su libertad y convertirse en gladiador".
Este perfil correspondía a los llamados autorati, quienes firmaban "un contrato por un período de tres, cuatro o cinco años. En unas 10 o 15 luchas podían haber acumulado un buen dinero, sobrevivir y volver a ser libres, pero esta vez con una fortuna suficiente para vivir el resto de sus vidas".

Los espectáculos en la antigua Roma
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Andrés Puentes
Antes trabajaba como redactor en el equipo de Hora 25, ahora escribo sobre actualidad en la web. Graduado...