Rubiales pide la absolución porque un beso por "euforia" es "incompatible" con una agresión sexual

Madrid

La defensa del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, ha presentado ya su recurso de apelación contra la sentencia de la Audiencia Nacional que le impuso 18 meses de multa (unos 10.800 euros) por un delito de agresión sexual en el beso que propinó a la jugadora Jennifer Hermoso en la final del mundial de Sidney. Argumenta que el juez se equivocó al considerar que ese gesto tenía carácter sexual y subraya que el asco que ella sintiera después no implica que no lo hubiera consentido. Pide la absolución.

En el recurso, al que tuvo acceso la Cadena SER, la defensa de Rubiales solicita la anulación de la sentencia argumentando, entre otras razones, "resulta una valoración judicial errónea identificar el hecho de que la Sra. Hermoso diga que no le ha gustado el beso con que no hubiera mostrado el consentimiento al mismo", porque entiende que al menos, hay dudas razonables acerca de si autorizó o no ese gesto. En caso de duda, procede absolución.

"Se puede consentir y con posterioridad mostrar disgusto respeto del acto que se consintió. Porque, en ese caso, el disgusto que desencadenó el beso de autos, sin margen de duda, vino en gran parte motivado por el revuelo mediático que de inmediato provocó el mismo", asegura el escrito. Incide además en que el juez "da por probada" en la sentencia "la alegría como motivo del beso, siendo ello incompatible con el pretendido carácter sexual del mismo".

Articula esta posición a partir de un elemento que ya esgrimió en el juicio, el vídeo en el vestuario en el Hermoso parece responder "pues vale" cuando alguien le preguntaba por su reacción al beso en el podio. Para la defensa de Rubiales que ejerce la penalista Olga Tubau, es relevante que la jugadora en ese momento de "confianza" con sus compañeras "no muestra ninguna indignación, no hace en ese momento ningún reproche a la conducta de Rubiales y no manifiesta haberse sentido violentada en su intimidad sexual".

Ataca la conducta de Hermoso

"La manifestación y la respuesta de la Sra. Hermoso a la pregunta que se le hizo en los vestuarios, al comentar entre risas y gritos el beso, advera que el Sr. Rubiales le pidió el consentimiento para darle un beso y que la Sra. Hermoso dio su consentimiento, contestando, 'vale'", sostiene.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

Llega a interpretar los gestos con los que reaccionó Hermoso cuando en ese momento, una compañera le enseñó la grabación del beso y asegura que adoptó una posición de "cierta coquetería, una caída de ojos, sin que transmita que le generó malestar".

Sin ánimo sexual

En todo caso, entiende que de los hechos probados no se desprende además una agresión sexual porque "no contiene con la claridad necesaria la naturaleza sexual de la acción y el ánimo" libidinoso que sustente una condena, igual que considera que los comentarios públicos que hizo Hermoso tras el beso "resultan absolutamente incompatibles con haber sufrido una intromisión delictiva en la libertad e indemnidad sexual".

"Por la concreta situación en la que se produce el beso, su carácter fugaz, los usos y costumbres sociales actuales, ese beso podía constituir un signo o muestra de alegría, en un momento de efusión por la victoria del mundial por parte del equipo español de futbol femenino. Y si el relato de hechos probados no expresa que el ánimo de Rubiales al dar el beso fue el de satisfacer un apetito sexual, estamos ante unos hechos que no tienen cabida en el tipo penal", dice el escrito.

La supuesta opinión de los demás

Aporta además una batería de mensajes que recibió Rubiales después de la final, enviados por la mujer de una de las capitanas del equipo y que enviaba ánimos quitando hierro al asunto.

En su opinión, revelan que "en un primer momento, la percepción y la opinión de determinadas jugadoras de la selección respecto de lo que hoy es objeto de la causa, entre ellas una de sus capitanas, y ello de acuerdo con las propias declaraciones de la Sra. Hermoso, era que se estaba interpretando ese beso de forma absolutamente alejada del sentido que realmente tuvo". La autora de esos mensajes no fue llamada al juicio como testigo.